El 17 de enero de 1966, un bombardero estratégico estadounidense y un KC-135 que trataba de aprovisionar al anterior, colisionaron a 10.000 metros en el espacio aéreo de Palomares. El B-52 transportaba cuatro bombas termonucleares de 1,5 megatones cada una. Una cayó al mar y fue recuperada 80 días después. El personal americano acudió al rescate debidamente protegido, no así los guardias civiles, a pesar del evidente peligro de radiactividad y a la toxicidad del plutonio. Y para demostrar que no había peligro allí se fue, Fraga, a la sazón ministro de Información y Turismo, se calzó su traje de baño reglamentario y se sumergió en las aguas de Palomares. Con un par. Aquí no pasa nada, nada de nada. Aquí no hay contaminación. Ningún problema de salud pública. Pues bien, los consejeros Lobón y Oliván, no sé si la mismísima presidenta, reiteran una y otra vez que no hay un problema de salud pública, solo medioambiental, aunque haya niveles de lindano solo un "poquito" por encima de los niveles legales establecidos por la normativa. Vale, no creemos alarma. Si esto no es un problema de salud pública la presidenta y los consejeros citados podían seguir el ejemplo de D. Manuel y coger el toro por los cuernos, ya me entienden. Seguro que los habitantes de la zona pondrían el botijo a su disposición para que en público avalasen que no hay ningún problema de salud pública, solo medioambiental. Es una sugerencia bienintencionada para conseguir la tranquilidad de los afectados. Profesor de universidad