Los vecinos de Montanuy, Benabarre, Fraga, Mequinenza o Maella no creen posible que el 2 de octubre, tras la eventual celebración triunfal del referéndum de autodeterminación, Cataluña instale puestos de control y barreras en las carreteras que conducen a Pont de Suert, Lérida, Gandesa o Batea. Representantes de estos pueblos aragoneses fronterizos con Cataluña consideran todo esto política ficción. Y es que, de materializarse, complicaría la vida cotidiana, las relaciones comerciales y la asistencia sanitaria de muchos aragoneses. Pero todo el mundo es escéptico en estas tierras. Para ellos no hay frontera sino mucha colaboración interterritorial y debe continuar así.