Resulta que todo el mundo, desde algunas instituciones del Estado a las redacciones de Deportes, sabía que no era trigo limpio, que amañaba, hacia trampas, compraba votos y partidos, se las llevaba a espuertas amén de sus ingresos legales: 270.000 de la FIFA y 217.000 de la UEFA más dietas, y una millonada incontable de la Federación Española de Fútbol. Contable, en nóminas, el rey absoluto del fútbol español se levanta unos 750.000 al año, y nunca sabremos los beneficios que le ha proporcionado la piratería del Fúrgol, que debe ser su marca trucha como Mike es a Nike, porque no se entiende que después de tantos años en el negocio aún no sepa decir fútbol. Claro que para entender el silencio en torno a las andanzas de Villar hay que acudir al antecedente, al momento en el que sustituyó al aragonés José Luis Roca cuando tuvo que dejar la Federación tras ser condenado por engañar a las Cortes de Aragón, de las que era diputado. El periodista José María García denunció en 1984 que el diputado Roca había cobrado 620.594 pesetas en concepto de viajes sin moverse de Zaragoza. Roca tuvo que devolver el dinero pero a García le condenaron a dos meses de arresto (le salvo de ir a la cárcel un indulto del Gobierno en 1990) y a indemnizar a Roca con un millón de pesetas por delito de desacato. Todo el mundo lo sabía, que la Federación Española era un pozo de corrupción y la FIFA un nido de ladrones capaces de saquear a Brasil construyendo estadios que hoy son campamentos de mendigos. Todo el mundo lo sabía pero el silencio es ley en el fútbol.

*Periodista