Es noticia nacional e internacional el desarrollo de la Cumbre de Durban sobre cambio climático (en realidad es la decimoséptima cumbre que la ONU dedica a esta cuestión) cuando apenas falta un año para que venza el protocolo de Kioto y, por tanto, los compromisos que allí se asumieron. Es difícil que el secretario general de la ONU Ban Ki-Moon esté desinformado sobre lo que a contaminación y efecto invernadero se refiere por lo que debiera preocuparnos la rotunda frase que dirigió a los delegados de más de 190 países reunidos en esa ciudad sudafricana: "El futuro de nuestro planeta está en juego".

En otras épocas, cuando se hablaba de las amenazas que hacían peligrar la tierra se pensaba más bien en conflictos bélicos a escala planetaria como el potencialmente provocado por la confrontación comunismo-capitalismo.

Aquella época la de la guerra no tan fría pasó y los peligros y desafíos son otros sin que ello signifique, lamentablemente, que la intimidación nuclear haya cesado. Los científicos nos han alertado de que si queremos evitar un aumento de algo más de dos grados centígrados de la temperatura media del planeta, para 2050 deberán haberse reducido a la mitad las emisiones de gases de efecto invernadero. De no lograse los efectos serían, en opinión del mandatario, desastrosos.

El objetivo planteado por la cumbre: detener el cambio climático en curso parece ineludible, preciso y claro pero me temo que no está tan claro que vayan a alcanzarse compromisos internacionales a la altura de la gravedad de la situación en que nos encontramos.

De todo esto muchos aspectos llaman mi atención pero uno especialmente me resulta paradójico. Nosotros los europeos que de norte a sur vamos poniendo en manos de expertos economistas las decisiones políticas más relevantes porque les reconocemos la autoridad que da "el saber" no somos capaces de aceptar del mismo modo y con idéntica docilidad las acreditadas y rigurosas advertencias de los científicos en lo que al cambio climático concierne. ¿Acaso la economía es una ciencia exacta y la física no? Huéspedes como somos de una crisis como ésta diríase que no parece. Lo cual me lleva a pensar que hasta que no se descubran ventajas económicas en el cuidado del planeta quienes toman las decisiones, atenazados por el corto plazo y la ausencia de ideas, se dejarán arrastrar por las cifras y poco más.

Escribo este artículo de opinión el siete de diciembre. Ojalá que cuando ustedes lo lean en la mañana de un domingo con sabor casi navideño el mío haya sido un diagnóstico errado y la cumbre haya logrado acuerdos vinculantes que detengan el cambio climático de consecuencias inminentes.

Pero si, por desgracia, no es así más que nunca nos servirán las palabras de quien tal día como hoy hace nada menos que 2054 años fue ejecutado y nos enseñó que "es humano errar pero sólo los necios persisten en el error" lo cual es ciertamente preocupante dado que si estaba en lo cierto "la necedad es la madre de todos los males". Sí, me refiero a ese recordado jurista romano llamado Cicerón.

Profesora de Derecho de la Universidad de Zaragoza. Consejera de la fundación Ecodes