El nuevo decretazo de Trump apunta maneras. Más presupuestos para Defensa porque EEUU tiene que «ganar más guerras». Al vikingo le va el barro, que se lo digan a los inmigrantes y a los periodistas, con los que ensaya su leit motiv político: la batalla campal. Mientras, los europeos andan en otra guerra: salvar el trasero de la UE, que a punto de cumplir los 60, se enfrenta a una nueva cepa de epidemia nacionalista, que bien podría desintegrar el gran proyecto europeo. El antídoto para contrarrestar el virus anglosajón no es fácil de encontrar, como tampoco la vacuna que evite el fallo multi-orgánico de la UE. Lo que acontezca en los procesos electorales de Holanda, Francia y Alemania, determinará en gran medida el devenir histórico del sueño de Schuman, pues los nacionalismos en el poder podrían provocar la muerte súbita de la Unión, pero lo que pone en grave peligro la salud europea es la gran indefinición en sus políticas económicas, migratorias, y de seguridad y defensa. No podemos seguir como estamos; tampoco dar un paso atrás y reducir la UE a mero mercado único; una Europa a varias velocidades la hemos vivido, y solo sirve para acelerar el proceso degenerativo; centrarse solo en aquellos ámbitos en los que la UE resuelve, terminaría con la dimensión política y social del ente europeo y acabaría con su esencia vital. Quizás sea el momento de ir hacia los Estados Unidos de Europa (a los de América no les ha ido mal), sin perder el ADN europeo. Va a tener razón Trump, hace falta ganar más batallas. La nuestra, ahora: salvar el alma europea