CaixaForum Zaragoza acaba de presentar una maravillosa exposición sobre el origen del cinematógrafo y del llamado séptimo arte, titulada Georges Mèliés. La magia del cine.

A caballo entre el XIX y el XX, las primeras películas del cine mudo nos siguen sorprendiendo hoy por su frescura y actualidad, y por la inteligente fusión de elementos teatrales, ópticos y mágicos.

George Mèliés, el tótem de los inicios del cine, estuvo siempre muy próximo a Houdini, el gran mago, ilusionista y escapista de la época. Juntos, con las herramientas de los hermanos Lumière, con la fantasía de Verne o de Wells y, sobre todo, con la ilusión de alegrar la vida a miles, millones de personas, se lanzaron a encumbrar la fantasía como la llave del porvenir; y, en el caso de Méliès, a consolidar el cine como el arte del pueblo.

Viendo Viaje a la luna, Sesión de prestidigitación o Robinson Crusoe uno se queda con la boca abierta, deseando regresar por el túnel del tiempo a aquellos primitivos estudios donde los extras caracterizados de jenízaros almorzaban con los técnicos de iluminación, con los primeros astronautas y gráciles bailarinas de escenas de época, mientras el propio Mèliés iría de un lado a otro con sus carpinteros y cámaras, reciclando telones, trucando linternas, inventando la lluvia y el trueno.

Esa magia, tanta maravilla y simpatía deberían hoy volver a inspirar a nuestros hombres públicos, a las supuestas luminarias de la política y de la cultura española, ambas de capa caída.

Motivar, en fin, a todos esos aburridos caballeros que nos dirigen sin saber muy bien --ni siquiera, me temo, ellos mismos--, hacia dónde nos dirigimos. Recordándoles que en el origen mismo de las artes, siendo el cine la más reciente, estuvo no el dogma, no la trascendencia, no el mensaje, la doctrina, sino simplemente la magia. Y que el acto hechicero de crear no es vicario, no es temático, no obedece a estrategia ni disciplina alguna, sino tan sólo a una desbordante expresión del corazón, encauzada hacia la solidaridad y el interés público. Intuición, explosión aplicable asimismo a la política entendida como una de las bellas artes.

Pero mientras nuestros políticos y grandes cabezas recuperan el sabor de la creación, saboreen esta extraordinaria exposición de CaixaForum.