En una era en la que proliferan cada vez más las relaciones cibernéticas, en la que lo digital fluye más que el directo, tipos como el Trump-poso triunfan como la Coca cola, con sus tuits-imbecilidades, aunque ello suponga el infarto prematuro de toda su camarilla de expertos en Comunicación o la estampida de alguno de ellos como su director de comunicaciones, Mike Dubke, un veterano estratega republicano, fichado hace tres meses cual mirlo blanco, que acaba de dimitir. Y no es de extrañar con los comportamientos delirantes de su amo y señor, que de tuit en tuit y tiro porque me toca, construye o destruye todo tipo de realidades. Ahí le tenemos al neardental americano tratando de minar la moral europea, especialmente la alemana, a golpe de tuit. Pueril no, lo siguiente. Le ha sentado mal al niño malcriado el comentario de Merkel de que «EEUU ha dejado de ser un socio incondicional y que la UE, ahora, debe velar por su futuro por sí misma», (le alabo el gusto a la germana). Y el yanqui va y le responde con su acritud y misoginia habitual, asqueado de que Alemania tenga el mayor superávit comercial del planeta, de más de un cuarto de billón de euros, mientras su país acumula un déficit comercial de casi 500.000 millones, de los que casi 65.000 euros son con Berlín, con que pagan mucho menos de lo que deberían a la OTAN. Vaya que el equilibrio trasatlántico de estas décadas se va para barranquilla, como decía aquella vieja canción. Llegan nuevas alianzas con los chinos y los indios, más si a Trump le da por salirse del Acuerdo de París.H

*Periodista y profesora de universidad