Al Gobierno de Lambán le ha estallado el ICA y, casi sin querer, va camino de llegar a convertirse en el mayor problema político de la legislatura. El presidente y su equipo están inquietos. Temen que el domingo la manifestación de Zaragoza se convierta en una rebelión contra la depuración, pero también contra el impuesto de sucesiones, contra el hecho de que Aragón esté en el top de los impuestos de España y quién sabe si alguien decida acudir con alguna queja más. Desde los tiempos de Rudi no había concentraciones ciudadanas masivas como la que se prevé el domingo lo que deteriora, y mucho, al Ejecutivo PSOE-CHA. Quién sabe si por eso el presidente aragonés decidió ayer presentar él mismo la reformilla del ICA, junto a la presencia, casi silenciosa, del consejero de Desarrollo Rural, Joaquín Olona. Pero sobre todo sin el responsable de la Hacienda autonómica, Fernando Gimeno, el hombre objeto de las críticas más duras --con más o menos sentido-- sobre las recaudaciones fiscales. Quien sabe si también por el temor a la rebelión del domingo Lambán decidiera recibir ayer al líder de Ciudadanos, Albert Rivera, una cita singular en el Pignatelli. Debe de estar preocupado el Gobierno aragonés, sí, porque hasta ahora han vivido en un limbo y en estos momentos, se ha despertado la movilización social.