James Damore fue despedido hace unos días de Google porque partes de un documento donde criticaba las políticas de la empresa para fomentar la diversidad violaban el código de conducta de la compañía. Con una argumentación pobre, el ingeniero achaca la poca presencia de mujeres en la industria tecnológica y en posiciones de liderazgo a diferencias biológicas. Muchos han presentado el despido como un ataque a la libertad de expresión, sin valorar que el discurso de Damore consolida estereotipos que coartan la libertad de elección y el desarrollo profesional de las mujeres. Science publicó en el 2015 un estudio que indicaba que están infrarrepresentadas en disciplinas donde se valora la genialidad, asociada a los hombres. Damore acierta al hablar de la presión de los estereotipos de género en los hombres, pero falla en sus conclusiones al no tener en cuenta ni la literatura al respecto ni cómo estos estereotipos afianzan el privilegio masculino. Ello le hace ver las acciones pro diversidad como una discriminación hacia el hombre blanco, y parte de sus propuestas para corregir el plan de igualdad de Google son un freno para remediar dinámicas que facilitan la sobrerrepresentación masculina. Tan necesario es evaluar empíricamente las medidas como identificar los discursos que, como el de Damore, pretenden justificar desigualdades y evitar medidas para corregirlas. La idoneidad de su despido puede cuestionarse, pero en un debate sobre cómo gestionar equipos con integrantes cuyas opiniones se basan en ideas que perjudican a las compañeras.

*Periodista