Échense a temblar. En esta vorágine de bandazos absurdos, para tratar de recuperar lo que nunca se debería haber perdido, TVE nos asombra con un programa nuevo: El pueblo más divertido de España. De entrada, no huele mal si se respetasen las reglas del criterio común: ¿pero se puede medir la gracia de todo un pueblo? Recuerdo que entrevisté al profesor Antonio Beltrán, y con mi torpeza le pregunté: "¿Cómo somos los aragoneses, don Antonio?" Por fortuna él poseía mucha sabiduría: "Pues, mire, hay de todo".

Así que encontrar al pueblo más gracioso de España será una labor ardua, para la que se necesitan buenos conductores. TVE, en esa desenfrenada carrera hacia el abismo, ha pensado en la simpar Mariló, que por fin la veremos en horario cumbre. ¿Qué pruebas se realizarán para conocer la gracia de esos pueblos? ¿Sesudos estudios antropológicos, profundos regates a la historia? Parece que no, que en realidad será algo parecido a aquel Gran Prix, donde los participantes debían estar dispuestos a asumir discretas dosis de ridículo a la vez que se sorteaba a una vaquilla. A buen seguro, y como el guion solo será una referencia, Mariló nos deleitará con frases que al día siguiente abrirán los telediarios. Ya suele hacerlo incluso con guion al frente. Así que yo ya he preparado mi grabadora de VHS, bueno, mi grabadora. Quiero guardarlo. Quiero tener pruebas para el futuro de hasta dónde era capaz de llegar la televisión pública de este país llamado España. Acuérdense luego cuando se escandalicen: yo ya les había advertido.