Al estar inundados de información (sea verdadera, falsa o absurda), las situaciones paradójicas se pueden percibir en vivo y directo. El personal alucina. Porque, es un suponer, díganme ustedes cómo se entiende eso de que el mismo Gobierno (el de España), que intenta castigar a los secesionistas catalanes, esté desmintiendo explícitamente los informes de la Guardia Civil que dan munición acusatoria al juez Llarena. ¡Malversación!, grita este buen hombre. ¡Ni un céntimo público se gastó el 1-O!, replica Montoro. ¿En qué quedamos? Y sobre todo: ¿en qué puede quedar el proceso al procés, si los alemanes desdeñan la rebelión y la desviación de dinero no fue tal?

Pero la cosa global anda parecida. Podremos pues consolarnos, incluso si la Marca España acaba asimilada a la Marca Turquía. La contradicción se ha instalado en nuestras vidas y ya no cabe someterla a la ley de la coherencia. En Nicaragüa la ex-revolución sandinista ha derivado en revuelta social, represión y corrupción (de los Ortega). Corea del Norte está a punto de convertirse en un estado aceptable (porque al poseer verdaderas armas de destrucción masiva, EEUU ya no puede aplicarle una invasión preventiva a la iraquí). Merkel, otrora denostada por madrastra de Europa, aparece hoy como una bondadosa abuela, aterrada ante los delirios de Trump, May y compañía. La visión occidental de los conflictos que ensangrientan Oriente Medio y Asia Central ha convertido en enemigo principal al Irán chiita (ajeno al terrorismo yihadista) mientras coquetea con Arabia Saudí y los emiratos (cuyas relaciones con Al Qaeda y el ISIS han sido y son clamorosas).

Por lo cual no debe producir estupor ni que las derechas españolas (que ahora son varias) parezcan lamentar el fin de ETA y se empeñen en prolongar su recuerdo o en proyectar su sombra sobre Cataluña, ni que aquí, en Aragón, Lambán les haga ya guiños a Cs y al PAR, mostrando su deseo de alcanzar con ellos futuros acuerdos. A los conservadores hispanos les va la guerra, y a los socialistas aragoneses les van... los conservadores. Lo normal, oye.