Nadie cuenta con pasar unas navidades entre batas blancas, pero cuando en estas fechas se da de bruces con un hospital, una se da cuenta del sistema sanitario que tenemos. Una sanidad que, pese a los tijeretazos y a la verborrea de algunos políticos, evita la uci por la profesionalidad de todos los que forman parte de ella. Trabas no les faltan, pero ahí están, dando lo mejor de sí mismos para que el enfermo note lo menos posible las carencias del sistema. Lo hacen siempre, pero más si cabe en estas fechas, porque saben mejor que nadie lo desolador que puede llegar a ser un hospital la noche del 24 de diciembre. Pondré un ejemplo: el hospital de Barbastro, en Huesca. En el contrato de médicos, enfermeras, auxiliares y celadores no va el guiar a Papá Noel habitación por habitación para arrancar una sonrisa a los más pequeños y evitar que se queden sin regalos. En sus cláusulas laborales tampoco se especifica la dedicación absoluta con la que tratan a los que entran por la puerta de urgencias, a los se recuperan pegados a un gotero, y a los familiares que vigilan desde la silla de al lado. A todos ellos, gracias.

Son el pulmón de la sanidad. Se dejan la piel para que la sanidad española siga siendo la joya de la corona del Estado del Bienestar. Envidiada por muchos países del mundo y, alabada, entre otros, por el presidente estadounidense. Entre sus asesores en materia sanitaria, Obama tiene a un español: Rafael Bengoa. Hace unos meses, en plena racha de tijeretazos, concedió una entrevista a la Sexta noche. Criticó durantemente los intentos de privatización de comunidades como Madrid, también los copagos con los que ha intentado experimentar la ya exministra Ana Mato. Bengoa, uno de los mayores expertos mundiales en gestión sanitaria, lo tiene clarísimo: "Cuando hay una crisis económica no tienes que estar pensando en pasar la crisis a esos sectores. Habría que proteger dichos sectores".

¿Se ha protegido la sanidad pública en España durante este tiempo? Las cifras son demoledoras. El tijeretazo desde que comenzó la crisis asciende a los 7.200 millones de euros, hay 28.500 profesionales menos que hace dos años, en Madrid se han intentado privatizar seis centros públicos, y se han esfumado el 10% de las camas hospitalarias, según datos recopilados por el diario El Confidencial y por varias asociaciones de pacientes. Ah, y no olviden las listas de espera. Sólo en Aragón, hay más de 3.300 pacientes que esperan una operación desde hace más de seis meses, según el Departamento de Sanidad. Ha bajado respecto al año pasado, pero siguen aumentando las listas de consultas externas. Cifras negras que no pueden con la profesionalidad de los expertos. Ellos no se esfuman. Brinden por los guardianes de la sanidad.

Periodista