La humanidad tiene puestas sus esperanzas en un gusano. Según recientes investigaciones, un tipo de larva podría acabar comiéndose buena parte del plástico que inunda nuestros océanos y nuestros vertederos. Si no, más nos vale encontrar pronto otra solución. Tiramos al mar más de ocho millones de toneladas de plástico al año y se calcula que más de 300 millones de toneladas flotan ya en las aguas de todo el mundo. De seguir este ritmo, en el 2050 habrá más plástico que peces. La situación es tan alarmante que Naciones Unidas ya está tratando de tomar cartas en el asunto, aunque su último intento de fijar objetivos de reducción fracasó por la oposición de China, India y… los Estados Unidos de Trump.

No se trata solo de degradación ambiental. El plástico de los océanos llega también a nuestras mesas. Cada vez más estudios demuestran la presencia de microplásticos en el pescado que consumimos; incluso en el estómago de las criaturas marinas que se encuentran en las aguas más profundas. Una auténtica invasión.

En tierra, el problema es igual de agudo. Por citar solo un ejemplo: aunque tardó en llegar a España, la lucha contra las bolsas de plástico, una de las plagas de nuestra era, está ya ampliamente en marcha. Un buen número de países de todo el mundo ha introducido tasas o prohibido su uso. La Unión Europea se ha propuesto reducirlo a la mitad para el 2019. Desde que comenzara a popularizarse, permitiendo un nuevo auge de la industria química, el plástico está presente en todos los aspectos de nuestras vidas. Tanto que desde 1950 se han producido 8.300 toneladas cúbicas, una cantidad imposible de visualizar. Y mientras ha permitido ganar comodidad e higiene, también ha logrado generar una cantidad de residuos difícilmente gestionable y asumible por el planeta. Otro dato: cada día se generan 1.400 millones de botellas de plástico.

Desde hace tiempo van surgiendo movimientos ciudadanos y algunas empresas que han declarado la guerra al plástico; gente que ha decidido desterrarlo de sus vidas, como una contribución personal al futuro de la Tierra. Es una tarea ímproba a la que deben dedicar una parte importante de su energía cotidiana. Pero ellos están demostrando que se puede (vivirsinplastico.com, sinplastico.com/es) o una creciente lista de tiendas a granel -que abogan, entre otras cosas, por la reutilización de los envases y que incluyen desde todo tipo de alimentos hasta cosméticos y productos de limpieza- son solo algunos ejemplos.

La UE acaba de aprobar una estrategia para que todos los envases de plástico del mercado sean reciclables para el 2030, para reducir los de un solo uso y restringir el uso intencional de microplásticos, todo ello ligado a incentivar la innovación y la economía circular.

Avanzar hacia un mundo con menos plásticos no será fácil. La inercia del consumo y el poder de potentísimos grupos industriales ralentizarán la tendencia. Pero es un terreno en el que la iniciativa individual -esos miles de pequeños gestos-, la presión a gobiernos e instituciones y planes como el de la UE pueden empezar a marcar una gran diferencia.

*Directora de Esglobal