Sí, de acuerdo, Figueruelas es una planta de montaje muy productiva (carente, eso sí, de inteligencia y desarrollos propios). Es probable por ello que una eventual compra por parte de la francesa PSA no comporte, de momento, tragedia alguna. Pero no deja de ser curioso que hace solo unas semanas apareciesen en los medios aragoneses grandes titulares anunciando que Opel iba a potenciar su instalación zaragozana creando no sé cuantísimos puestos de trabajo, y ahora estemos medio acojonados, dándole vueltas al hecho de que la marca europea de GM ha perdido 20.000 millones de dólares en lo que va de siglo... o a la regulación de empleo que sufren actualmente los obreros de la Peugeot en Villaverde (Madrid).

Trabajar la información desde el ángulo positivo es una cosa que recomiendan los que mandan (en todos los aspectos) y que satisface a los pobres de espíritu. Pero siempre conviene ser realista, currarse la página y saber de lo que se habla. Por eso no vengo aquí a predecir catástrofe alguna en Figueruelas (aunque aviso del retorno a la incertidumbre). Pero sí afirmo que ese complejo agroalimentario que Guissona pretende instalar en Épila... jamás creará 4.000 empleos, como se dice. Esa cifra no se alcanzaría ni aunque la franquicia Bon Área se extendiera hasta el mismísimo Ártico.

En este caso es asombroso que el Gobierno de Aragón haya vuelto a firmar con el presunto inversor un convenio secreto tan generoso que recuerda el suscrito hace años con aquellos malandrines de Gran Scala. A los de Guissona habrá que ponerles casi todo (suelos, accesos, infraestructuras...) a costa del contribuyente, y en base a unos etéreos compromisos por parte de la empresa. ¿Así de majos y crédulos somos?

Lo siento, pero Guissona no transformará de manera decisiva la economía aragonesa. Aunque llegue a instalarse. Convendría no engañarse al respecto. Que haya inversiones está bien. Y apoyarlas desde las instituciones, también. Pero, por favor, con un poco de realismo y un mucho de transparencia. ¿Vale?