,En algún momento habrá que devolver al primer plano de importancia las políticas sociales y económicas. Después de todo son las que marcan nuestro día a día, nuestra calidad de vida y expectativas de futuro, aunque los relatos sobre identidades y banderas enganchen más porque nos proporcionan un desfogue emocional inmediato. Nuestro marco es Europa, es decir, la UE, donde solo cuentan los datos macroeconómicos de sus Estados miembros y no cómo estos repercuten de verdad en los ciudadanos. La redistribución de recursos y el establecimiento de prioridades están al final de la lista, y es tan falaz como todavía efectivo el discurso de que el crecimiento del PIB de un país acaba tarde o temprano calando en las diferentes capas de la población. Lo único probado es que ese crecimiento si algo provoca son mayores márgenes de desigualdad y pérdida de derechos sociales.

Desde la recuperación de la democracia, nuestro modelo ha sido siempre el alemán, ora con Felipe González, ora con la desregulación laboral de la Agenda 2010 de Gerhard Schröder o bien con el actual seguidismo incondicional de Rajoy a Merkel (un admirador, un amigo, un esclavo, un siervo...). Sin embargo, con la ortodoxia de su austeridad selectiva (impuesta al resto), Alemania no ha hecho sino aumentar el riesgo de pobreza y exclusión entre su población, y extendido el trabajo parcial y precario a más de 2 millones de personas en el 2016 (783.000 más que en el 2007, según Eurostat). El propio FMI augura una persistente desaceleración de su PIB en el periodo 2017-2022.

En lo político, sus recientes elecciones han dejado claro el hundimiento de los socialdemócratas y su estrategia de gran coalición, y el importante crecimiento de AfD, que desmonta la teoría de que los populismos y los antisistema venían de la periferia europea. El enemigo les ha crecido en su propia casa.

Curiosamente, la heterodoxia tranquila la aporta Portugal, donde sin ganar en las urnas, el Partido Socialista (PS) sí supo articular un pacto parlamentario de izquierdas en el año 2015 y arrasar en las recientes municipales, donde han logrado el mejor resultado de su historia (38% de los votos). El país vecino, al que nunca hemos mirado mucho, la verdad, ha salido del proceso sancionador de la UE por déficit excesivo antes que Rajoy, que mantiene a España como líder europeo en déficit público y a la vez en desigualdad. Hablemos, claro que sí. Hay mucho de qué hablar. H *Periodista.