Da igual que lo explique Fernando Rivarés, periodista y agitador cultural, que Javier Trívez, catedrático de Fundamentos de Análisis Económico: el debate sobre las ordenanzas fiscales de Zaragoza es un barullo endiablado y no se les entiende nada. Al primero porque sigue instalado en la nube desde la que, por lo visto, se distinguen a bulto pobres y ricos; al segundo porque, dada su percepción de la realidad, debería poner algunos ejemplos que clarificaran el asunto. Porque el hecho cierto es que los ayuntamiento se han convertido en máquinas de hacer dinero a costa de tasas por residir, comerciar, producir o almacenar en pisos, casas, oficinas, locales o bajeras que desde 2008 han perdido hasta el 50% de su valor real mientras los impuestos subían hasta casi el 60%. Este dato es del Ministerio de Hacienda: en 2008 los ayuntamientos españoles (País Vasco y Navarra no rinden cuentas) recaudaron 8.352 millones en concepto de IBI; en 2012 recaudaron 12.000. Así que cuando el Gobierno del Ayuntamiento de Zaragoza se queda solo defendiendo su política fiscal debería hacérselo mirar y buscar otros objetivos para poder cumplir su programa político de "pídeme la luna". Si las iglesias, catedrales, cuarteles, campos de tiro, jefaturas de policía y comisarías, colegios y sindicatos, entre otros, pagaran el IBI como todo hijo de vecino, las cuentas serían otras. Pienso en el fascal de dinero que se ahorran la Conferencia Episcopal y los ministerios de Defensa y Trabajo en Zaragoza y se me ponen como escarpias. Periodista