Los acontecimientos se precipitan y se aceleran: Brexit, Trump, seísmo político en Francia, debacle generalizada del socialismo en Europa… ; y, recientemente, victoria de Pedro Sánchez, frente al poder, representado en la sombra por Felipe González, y a plena luz del día por el coro de la casi totalidad de los medios de comunicación; en un país con unos 2.000 políticos imputados por corrupción y con un partido en el Gobierno, el PP, también acusado formalmente ante los tribunales. En este contexto, la implicación del mismísimo ministro de Justicia, del Fiscal General del Estado y del Fiscal Jefe Anticorrupción en el caso Lezo han supuesto una escalada cualitativa en la metástasis de corrupción vigente.

El riesgo que corremos está en acostumbrarnos y normalizar lo inaceptable como inevitable. Eso es lo que ha pasado en México, ese hermoso país hermano que siento como mi segunda patria, donde la gente critica la corrupción, pero desde la convicción de que es inevitable. Se vota a unos u otras, esperando que mejoren las cosas, pero comprendiendo que, al mismo tiempo, en su labor de gobierno, robarán lo que puedan… ¿Qué espera la gente de la Mafia, en las películas y en la realidad? Pues simplemente que algo de lo que roban vaya al pueblo, o al menos a los suyos… Y es que, cuando la corrupción se generaliza y se normaliza, don Fulano puede ser un mafioso, pero lo relevante para millones de personas no es que lo sea, sino que es “su mafioso”; de forma que se le sigue votando frente a otros que serán, también, inevitablemente corruptos. Cuando eso lo llegan a pensar millones de personas, la metástasis de la corrupción está asegurada.

Vivimos en un país en el que la mayoría de la población se sabe engañada por discursos de austeridad, mientras los responsables de la crisis se siguen forrando; un país en el que también se sabe que el partido del Gobierno se ha construido sobre tramas corruptas, vinculadas a los grandes poderes económicos, en las que, para colmo, se ven implicadas las más altas instancias de la justicia.

Sobre la base del apoyo activo y claro al PP por parte de Ciudadanos, una vez conjurada la posibilidad de un Gobierno progresista en torno al eje PSOE-Podemos, la perspectiva que impuso la Gestora Socialista, ofreciendo su abstención a la investidura de Rajoy, consistió en aceptar como inevitable el Gobierno del PP, aunque fuera un partido corrupto; aceptar en suma lo inaceptable, como inevitable. Ese era el contexto en el que se lanzó la moción de censura a Rajoy: una moción ética que impugna justamente eso: aceptar lo inaceptable como inevitable.

Con la victoria de Pedro Sánchez en las primarias socialistas, el escenario puede cambiar. Lo que se presentaba como imposible, desde esa estrategia de gran coalición de facto, impuesta por la Gestora Socialista, se desmorona y deja de ser imposible lo que es necesario: regenerar la democracia forzando la salida del PP del Gobierno, como partido corrupto.

Ese falso realismo político del que hicieron gala los barones socialistas, con el Sr. Lambán a la cabeza, ha quedado, afortunadamente, malparado, ante el tremendo caudal de dignidad que aún queda en el Partido Socialista.

Por su parte Pablo Iglesias no ha tardado en reaccionar. Con el eco aún vigente de la Puerta de Sol, una vez más llena, a pesar de todos los pesares, su oferta de retirar la moción de censura, si Pedro Sánchez se compromete claramente a promover otra, resulta esperanzador. Sin duda Sánchez necesita un tiempo para recomponer las estructuras de poder y de decisión del PSOE, pero eso no justificaría dilación alguna en hablar con Iglesias y en renovar su reciente promesa de exigir la dimisión de Rajoy, como no podría ser de otra forma, con la correspondiente moción de censura. En su día reconoció que los poderes fácticos de su partido le mantuvieron las manos atadas, de cara a cualquier acuerdo con Podemos. Hoy, tras su meritoria victoria, al fin, tiene las manos libres. Acordar con Podemos, sin dilación, una nueva moción de censura, levantaría una ola de esperanza y de entusiasmo, en medio de este escenario de podredumbre y corrupción.

*Diputado de Unidos Podemos por Zaragoza