La llegada del AVE a Zaragoza permitió eliminar el impacto que creaba el trazado ferroviario hasta la estación de El Portillo. Cerrar aquella cicatriz liberó grandes parcelas justo en el interior de la ciudad consolidada. En teoría, una sociedad pública integrada por Fomento (Adif), el Gobierno de Aragón y el ayuntamiento iba a gestionar esa bolsa de suelo. Su venta al mejor postor debía generar beneficios que se utilizarían en la construcción de diversas infraestructuras o irían a las arcas de las instituciones implicadas. Pero la sociedad en cuestión, denominada Zaragoza Alta Velocidad, fue puesta en manos de ejecutivos muy poco hábiles y que además hubieron de afrontar la tensión entre diversas administraciones. De esta forma se perdió el mejor momento, se generó un importante agujero financiero y el valor de los solares cayó en picado.

La situación se ha prolongado durante demasiados años. Mientras Zaragoza crecía en su más lejano extrarradio, creando nuevos problemas de movilidad y de prestación de servicios públicos, en una zona integrada y céntrica permanecían inactivos unos suelos de titularidad pública. Ahora, al parecer, la voluntad del Ministerio de Fomento pero también del Ayuntamiento de Zaragoza se dirige a la reactivación de Zaragoza Alta Velocidad y a la puesta en marcha de sus terrenos. Ya no se podrá participar de la burbuja especulativa, pero ello tal vez acabe siendo una ventaja porque, al normalizarse la intervención en toda esa zona (empezando por el espacio que rodea al antigua estación de El Portillo), las alternativas arquitectónicas y los usos programados pueden ser más lógicos, más sociales y urbanísticamente más razonables.

Llegados al momento actual se impone el realismo. El Ayuntamiento de Zaragoza tiene la oportunidad de programar una intervención esencial, que debe dejar su mejor huella en el aspecto de la ciudad. Adif puede recuperar al menos una parte del dinero que pudo prever hace diez años y quitarse de encima lo que ha acabado siendo un lastre importante. Por eso el acuerdo entre todas las partes es imprescindible.

Existen suficientes ideas como para poner en marcha los suelos que ocupó el tendido ferroviario. En ellos ya se alza, por ejemplo, algún edificio tan interesante y útil como el Caixaforum. Es la hora de seguir adelante.