La gente que tiene algo ahorrado, aunque sea poco, tiene miedo de que lo de Grecia contagie a España. La que vive al día, y no digamos la que está aún peor, no percibe que su situación pueda empeorar por eso, aunque algunos no lo descartan. Lo que une a unos y a otros es que no se fían del Gobierno. Nadie ha creído a Rajoy ni a Guindos cuando han corrido a asegurar que aquí no va a pasar nada. Porque ya les han escuchado demasiadas mentiras y las explicaciones que dieron el otro día sonaban a una más. Eso de que las reformas --¿también la laboral?-- han creado una especie de escudo anticrisis para la economía no puede colar en una opinión pública que aún recuerda --que esas cosas no se olvidan-- que Zapatero decía algo parecido en el 2008 y hasta en el 2009. Y, además, la gente que ha aprendido algo de economía en estos años no ha hecho sino reforzar su incredulidad al comprobar que ni el presidente del Gobierno ni el ministro han hecho la mínima mención de la inmensa y seguramente impagable deuda española..En cambio, ha aprovechado la ocasión para decir que lo de Grecia es el ejemplo de lo que produciría un entendimiento entre PSOE y Podemos. ¿Mezquindad? No. Estulticia. El estratega que haya convencido a Rajoy de que si las cosas se ponen mal la gente culpará a la oposición y no al Gobierno es tan inútil como el presidente que se lo ha tragado. Si en un momento difícil siempre es un problema carecer de un gobierno creíble, en el caso de España eso se convierte en un drama. Periodista