En solo una semana, y un cierre del mercado certero mediante, el Real Zaragoza ha pasado de ser un aspirante a nada a tener esperanza en todo. Es la distancia que hay entre la derrota en Almería con un equipo resquebrajado y sin rumbo y la victoria seria y convincente contra el Leganés con una alineación revolucionada: cinco de los seis fichajes de invierno en el once. Lluís Carreras enseñó por primera vez cuál será su equipo tipo en adelante y de qué manera afrontará los partidos. Con Culio, Javi Ros, Lanzarote y Guitián en la titularidad, además de Campins (todos menos Dongou), el resultado fue un Real Zaragoza más profesional, consistente y compacto. Con más chicha y personalidad en el medio. Indudablemente más competitivo y, por tanto, mejor.

Eso, unido a un incuestionable espíritu guerrero y comprometido de todos los futbolistas (al menos ayer), es lo que el Zaragoza ha ganado de una semana para otra. En Almería pareció un equipo incapaz de derrotar a nadie y, frente al Leganés, lo contrario: un grupo con argumentos para vencer a cualquiera en la categoría. Los fichajes han elevado el nivel y, ahora sí, Carreras está en disposición de trabajar sobre el modelo en el que cree. Las nuevas piezas se ajustan a sus propósitos.

Con todo merecimiento, Dorca e Hinestroza fueron las víctimas de aquel preocupante 4 de 15. El colombiano, sin embargo, se revolvió contra su destino en el momento en el que el técnico le dio entrada en la segunda mitad con el encuentro aún igualado. En el rol de agitador le hizo un estupendo servicio al Real Zaragoza.

Freddy empezó en el banquillo porque hasta hoy había sido un futbolista exasperante, impreciso, ineficaz y que no acababa bien nada de todo lo que empezaba. Ayer fue justo lo que desde el verano se espera de él: desequilibrante, vertical, preciso y diferenciador por punta de velocidad en la banda izquierda. De sus pies nació el gol de Ángel. Como el delantero, que se ha pasado media Liga arrinconado en una banda y que cuenta por goles cada uno de sus partidos con Carreras, Hinestroza puede haber empezado a encontrar su espacio. Que, por supuesto, lo tiene.