Muy comentado ha sido el reciente artículo de Alfonso Guerra en la revista Tiempo sobre la deriva independentista en Cataluña. Su reflexión, titulada El momento de actuar, concluía preguntándose por qué el Gobierno central no actúa contra una Comunidad Autónoma cuyos dirigentes «han violado la legislación, desobecido a los tribunales y desafiado al Ejecutivo». En opinión del ex vicepresidente del Gobierno con Felipe González, ha llegado el momento de aplicar el artículo 155 de la Constitución española, que dice: Si una Comunidad Autónoma no cumpliere las obligaciones que la Constitución u otras leyes le impongan o actuare de forma que atente gravemente al interés general de España, el Gobierno... podrá adoptar las medidas necesarias para obligar a aquella al cumplimiento forzoso de dichas obligaciones o para la protección del mencionado interés general.

Guerra no ve ninguna razón para no aplicar la Constitución y no comprende la parálisis de Mariano Rajoy. «El Gobierno de España y los partidos políticos han preferido no dar la batalla, y cuando no se da la batalla, ésta se pierde», sentenciaba el político socialista.

En vísperas, prácticamente ya, del referéndum de octubre, el Gobierno se ha limitado a reiterar, por boca del propio Rajoy o de la vicepresidente Sáenz de Santamaría, que dicha consulta no se celebrará, por ser ilegal. Una gran mayoría de españoles desearía creerlo, pero no hay día en que Puigdemont y sus fanáticos, cada vez más próximos al nazismo, no salgan con la martingala de que España nos roba, España nos oprime, cuando los ladrones, según decía Guerra, «están en la casa nacionalista».

En semejante clima de tensión, con un ambiente político en Barcelona literalmente irrespirable, la Generalitat se dedica a nombrar ministros de Exteriores y a financiar campañas de opinión, algunas de las cuáles, véase el reciente editorial del New York Times, van dando sus frutos, como en su día el movimiento independentista vasco encontró simpatías en los círculos del exilio y en algunos lobbies que creyeron ver la oportunidad de negocio.

A la vista de lo indefinido de la situación, y de que el Congreso de los Diputados no parece vaya a reformar la Constitución para dar cabida a un Estado Federal o proceder al «encaje» de Cataluña (¿qué será eso?), en octubre va a haber fuerte movida.