Rebelión,sedición, malversación..., tremendas penas las que recaen sobre aquellos a los que algunos consideran héroes del próces, y a los que otros tildan de traidores a la Constitución. Pero lo que es un hecho, es que a todos los miembros del destituido Gobierno catalán que no se han fugado a Bruselas (excepto a Vila, que dimitió antes de la DUI), les ha caído prisión incondicional por riesgo de fuga, porque podrían destruir pruebas y volver a delinquir. Deben estar viviendo una especie de Pesadilla en Elm Street con la jueza Lamela como su Freddy Krueger particular (personaje central del film, un asesino que aparecía en sueños y disfrutaba haciendo sufrir a sus víctimas). Todo, mientras su querido president, líder del distinguido club de los cinco, descansa entre algodones en el corazón de Europa. Lo tremendo de todo, es tanto sufrimiento innecesario para nada, pues a la gran mayoría de la opinión pública, incluso al resto de “compatriotas independentistas”, la suerte que corra el enajenado expresident y su séquito, no les quita el sueño. El “a rey muerto, rey puesto”, se impone. Ahora, el leit-motiv electoral, el horizonte 21, es lo único que importa, bien para restaurar el orden de la Cataluña establishment o para “derrotar en las urnas el autoritarismo del Estado y la usurpación de las instituciones catalanas” en palabras del azuzador mayor, Artur Mas. Penoso escenario. Tanto dolor, fractura social, batalla política y judicial, podrían haberse evitado con sentido común y respeto por la norma. Para este viaje “horizonte 21”, no hacían falta alforjas.H

*Periodista y profesora de universidad