Parafraseo en el título de este artículo uno de las obras más famosas de Oscar Wilde, La importancia de llamarse Ernesto, porque me parece que viene a cuento en el Congreso de los Diputados.

En esta Cámara, la importancia de llamarse Aitor (por Aitor Esteban, portavoz del Partido Nacionalista Vasco) o Andoni (por Andoni Ortúzar, presidente del PNV) es relevante para el desarrollo de la trama y su desenlace final. Porque ese guionista y actor ocasional que es Pedro Sánchez no va a tener más remedio que apoyarse en los vascos si quiere ser presidente. No en los vascos de Bildu, esperemos, salvo que el guión de su moción, como en el destape de la transición, exija un desnudo integral, sino en nuestros tan asentados y burguesones peneuvistas, cristianos viejos, rurales y urbanos, a veces de caserío y vara, otras de Armani dando varazos a la hucha de Madrid, a las bolsas de caramelos que Montoro cuelga en la gymkana o piñata de Mariano Rajoy.

Los vascos del PNV, con esa importancia suya de serlo y llamarse Joseba, Jon, Josu Jon (aunque los apellidos sean en un noventa por ciento castellanos, no en vano han pertenecido siempre a Castilla) han descubierto en la aritmética parlamentaria del Congreso de los Diputados la mejor palanca a su desarrollo como Comunidad Autónoma según unos, estado asociado, según otros, o país independiente, según los últimos reformadores de su Estatuto pretenden establecer para abrise camino hacia la sedición.

Con esa estrategia, poniendo precio a sus ridículos cinco escaños (un 1% de la Cámara representativa del pueblo español, que cuenta con 350), el PNV lleva en una gloriosa legislatura obtenidos cientos de millones de euros extraordinarios, ora del cupo, ora de nuevas partidas y redondeo cuando se necesitan sus votos para cerrar los presupuestos anuales. Ahora, con la moción del PSOE, vuelven a ser necesarios, imprescindibles, tanto para mantener al PP en el Gobierno como para abrírselo a los socialistas. ¿Qué harán, a quién votarán? No está claro (como oscura es su ideología), pero Aitor, el portavoz, ya ha adelantado que habrá que estudiarlo, oyes, no sea que el PSOE «quiera hablar en serio» de las cosas que a ellos les preocupan mucho.

¿Cuáles serán, además de la pasta? Pronto, vía Pedro Sánchez, lo sabremos, salvo que sea mejor no preguntarles.