La derecha alumbrada durante la Transición tiene un origen viciado: surgió de las sanguinolentas aguas del franquismo. No solo ha venido defendiendo los intereses de las oligarquías económicas que se prolongaron en el nuevo régimen, sino que tampoco ha roto con la inveterada tradición autoritaria de los conservadores hispanos. Y esa es su primera gran impostura.

Esperanza Aguirre ha demostrado hasta qué punto ese autoritarismo puede travestirse de liberalismo anglosajón y populismo castizo a la vez: la cuadratura del círculo. A su vez, sus corifeos del "liberalismo" mediático oscilan en su práctica comunicacional entre el neofascismo y el pesebrismo malabarista. En el ámbito anglosajón esta tendencia se llama conservative o free market, pero en España estos señores han secuestrado la palabra "liberal" surgida en las cortes gaditanas para vaciarla de su sentido originario. La pulsión autoritaria se ha encarnado en el Gobierno de Rajoy destapándose sin pudor en la gestión que la Torquemada Cifuentes (su Delegada en Madrid) ha hecho del "asalto" al Congreso de los Diputados el 25-S. Miserables argucias nada democráticas han sido desplegadas, desde las presiones previas hasta los frustrados intentos de criminalización posterior o el colofón de pretender limitar el derecho constitucional de manifestación. En esas manipulaciones la RTVE neofranquista se sumaba a la caverna mediática.

Otra impostura: la derecha española se presenta como partidaria de la iniciativa empresarial, los emprendedores, las pymes, etc. La política económica actual demuestra, empero, que favorecen a las grandes fortunas y empresas y blindan a los bancos, salvando con fondos públicossus agujeros financieros (¿pero no había libre mercado?). Los Rajoy's boys no han implementado ninguna iniciativa para desarrollar la investigación, la innovación, el desarrollo, la ciencia, la tecnología- Lo que constituye la levadura de crecimiento con vistas al futuro. Los objetivos son otros: el blindaje de la "clase senatorial" --en connivencia con el PSOE-- y el servilismo a los planes de los acreedores bancarios germanos. Entre tanto el país deja marchar a la generación más preparada de nuestra Historia y la gente pierde poder adquisitivo y derechos ciudadanos. El viejo espantajo de la derecha antiilustrada, meapilas y cavernaria se va desvelando conforme conocemos las medidas de este gobierno "desacomplejado".

Porque esta derechona fue tímida, retraída durante buena parte de la Transición y la égida socialista, quizá por su mal curado complejo franquista. Aznar se sacudió ese fardo freudiano adoptando un liberalismo expansivo en la primera legislatura que iría inflando las burbujas que ahora nos han explotado en la cara. Ahora el PP es el gran fundamentalista de este régimen que ellos, con el PSOE, han corrompido y dejado obsoleto. Otra PP impostura: erigirse en los defensores a ultranza de la democracia y la Constitución, acusando de "antisistema" a los que proponen reformas para regenerar la democracia.

La eficacia y la solvencia profesional, sobre todo en economía, es un lugar común atribuido a la derecha. El ejecutivo rajoyano está demostrando hasta qué punto es un mito. Ese gobierno acorde con los mercados que iba a ser respaldado internacionalmente, está dando muestras de estar en la inopia en la percepción geopolítica. Todavía no se han enterado de que el New York Times ha decidido poner a España como ejemplo de las malas políticas conservadoras para apuntalar la candidatura "rooselvetiana" de Obama. Por eso el Rey salió trasquilado cuando Rajoy lo envió a esa boca del lobo- Tampoco se han enterado de cómo Merkel utiliza a Rajoy como escudo para que los españoles le lancen los dardos que deberían ir contra ella como responsable de nuestros desastres.

Y por último, la impostura de la sinceridad (leitmotiv de Rajoy en su oposición a ZP), que ya quedó desmontada en los mendaces episodios de la Guerra de Irak, Prestige y 15-M y que se repite en esta legislatura a través de una sucesión de eufemismos y manipulaciones de grueso calibre. A pesar de tanta crítica, no crean que soy partidario de la extinción de una derecha liberal sin falsos aditivos que promueva valores de iniciativa, eficacia, excelencia- compaginados con un sentido ilustrado y tolerante. Es un contrapunto necesario a ciertas derivas "funcionariales" de nuestra izquierda- Pero ese centroderecha me es difícil encontrarlo en la Península, incluyendo quienes se envuelven en banderas para disimular su esqueleto reaccionario-

No soporto las imposturas. No soportaba la fachada progre de ZP que ocultaba su connivencia con los poderes financieros y las fuerzas fácticas de siempre. Creo en la democracia de ciudadanos conscientes y participativos, pero también creo que el Poder, con una mayúscula que apela a su energía negativa, hace difícilmente viable ese ideal. Ante eso solo queda la rebelión de los ciudadanos libres, como la lucha del G-28, cuyo rastro podréis seguir en www.plot28.com.

Filósofo.www.ruinasdelnaufragio.com @jaimeminana