Consternación política y mediática: las elecciones andaluzas no han servido de bola de cristal donde escrutar el futuro. Al contrario, en vez de proporcionar respuestas han abierto nuevos interrogantes. ¿Ha ganado el PSOE o Susana Díaz? ¿La clara insuficiencia de los nuevos, Podemos y Ciudadanos, se debe tan solo a la falta de tiempo? ¿Hasta qué punto tiembla la Moncloa? ¿Qué es y qué no es extrapolable?

No se ha destacado que Podemos se ha llevado 8 de los 17 diputados perdidos por el PP. Ciudadanos, solo 9. ¡No cuadra! Según la mínima lógica que es posible aplicar a una situación tan mutable, la función de C's es doble. Por un lado, dividir el voto del cambio, y en consecuencia contribuir a eternizar el bipartidismo. Por otro, ejercer de depósito, en principio provisional, de los votos de centroderecha que pierda el PP y dificultar así mayorías de izquierdas. El buen resultado de C's es suficiente para cumplir el primero de los papeles asignados, pero poco lucido en el segundo. La falta de implantación y de tiempo no debería ser problema para una demanda específica que empieza por rechazar todo lo que ya conoce. Si tenemos en cuenta que diez meses atrás, en los resultados de las europeas en Andalucía, un casi desconocido C's obtuvo menos del 2% y ahora se acerca al 10%, parece que ya esté todo dicho. Pero no es así. Ante el giro antisistema propugnado por Pablo Iglesias, es mejor la marca del cambio reformista que Albert Rivera luce en la etiqueta. Repitamos la pregunta: ¿cómo es que Ciudadanos solo se lleva la mitad de los diputados perdidos por el PP? Si el resto hubieran sido para UPD, se entendería, pero es que son de Podemos. ¡En las antípodas del arco ideológico! Aunque una parte hubiera pasado del PP al PSOE, y otra del PSOE a Podemos, la explicación no es sencilla. Y puede ser clave para el futuro. La pregunta es: ¿Ciudadanos se encuentra cerca de su límite?

PODEMOS responde a una corriente social --la del 15-M--, mientras que C's es un producto del laboratorio político y mediático que hierve en Madrid, con apoyo de centrales económicas de envergadura. Quizá una parte de los electores de centro que, hartos de PP-PSOE, desean un cambio real se han fijado en el marchamo real de C's. Quizá sospechan, y no sin motivos, que C's es una marca sin otro contenido ni propósito que aprovechar el descrédito del PP. Quizá piensan que C's no tiene ideología visible ni representa una alternativa real. Quizá no confían en el compromiso de C's. La desconfianza en el contenido que hay detrás de las siglas puede explicar, al menos en parte, por qué casi la mitad de los posibles nuevos votantes de C's han pasado de largo por la parada de Rivera, aunque sea menos arriesgada, para ir a la estación final de Podemos. Si C's está cerca de su techo electoral, el resultado andaluz es mejor de lo que parece para el PP.

Salta a la vista el enorme diferencial de arraigo en las conciencias entre lo que representan Podemos y C's. En España, C's puede ocupar y ampliar la plaza de UPD. En cambio, Podemos ha venido para quedarse y dispone de más campo por delante. El famoso "tic-tac" tiene ante sí la barrera del sistema electoral, descaradamente bipartidista, y solo la puede saltar si desbanca al PSOE. Todo es posible, pero después del éxito de Susana Díaz y con las perspectivas de Ángel Gabilondo para ganar en Madrid, quizá ciertos encargados de aliñar las encuestas según las demandas de ciertos centros de poder no se atreverán a insistir tanto en la debacle del PSOE.

ENTRE LAS NIEBLAS de la incertidumbre se perfila la continuidad de los grandes partidos, tocados pero lejos de hundirse. ¿Alguien se imagina a Iglesias o Rivera en la Moncloa? Por separado, seguro que no. Juntos no irán nunca, porque C's está mucho más a la derecha de Podemos que el PSOE.

Para acabar, convendría matizar la distinción entre vieja y nueva política. Si en algún sitio se reinventa la democracia, no será en España. En el nuevo Parlamento andaluz, los partidarios del viejo orden suman el 70% de votos y el 80% de los escaños. Los diputados que pretenden introducir cambios reales no pasan de 20 si incluimos a IU en este apartado. Detrás de las incertidumbres interpretativas y la volatilidad de los comportamientos electorales se afianza una seguridad: la entrada de nuevos actores en la vida política no amenaza demasiado la estabilidad del sistema bipartidista. En tiempo de incertidumbre puede pasar de todo, pero todo conduce a pensar que C's no sustituirá al PP y que Podemos lo tiene muy difícil para superar al PSOE.

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