El 26 de mayo del año 2003, un avión Yakolev 42 se estrelló cerca de la ciudad turca de Trebisonda; en el accidente murieron 62 militares españoles. Lo que ocurrió entonces ha dejado marcada para siempre una profunda huella en la historia de la infamia de este país. Aquel vuelo del Yak-42 se contrató de manera irregular por parte del Ministerio de Defensa, cuyo titular era Federico Trillo. A la compañía que fletó el avión apenas le llegaron 30.000 dólares de los 148.000 que había pagado el ministerio, según denuncia José Bono, también exministro de Defensa. ¿Dónde fue a parar el resto del dinero? Alguien se embolsó más de cien mil dólares por actuar como intermediario en este contrato y lo hizo a costa de exprimir al máximo a la tripulación, que llevaba 23 horas sin descanso, y de rebajar las condiciones de seguridad del aparato, que no reunía condiciones para volar. Pero el desastre no acabó con la muerte de los militares españoles. En los días siguientes el Gobierno presidido por José María Aznar quiso quitarse de encima aquel problema y decidió solventar el asunto a toda prisa, llegando incluso a confundir la identificación de la mitad de los cadáveres. Por ello un general y dos oficiales fueron condenados, pero recibieron de inmediato el indulto del Gobierno.

Durante estos años, los familiares de los fallecidos han vivido un calvario insoportable. Fueron ninguneados y despreciados por José María Aznar y Federico Trillo, que mintieron en todo este asunto, y no fueron recibidos ni atendidos en condiciones por el inefable Morenés, ese tipo que ha hecho pingües negocios con sus fábricas de armas mientras era ministro de Defensa en el primer Gobierno de Mariano Rajoy y que será premiado con el puesto de embajador en Washington.

La justicia tampoco ha estado a la altura; el juez Grande-Marlaska, encargado del caso, llegó a archivar la causa concluyendo que el accidente se debió a la falta de preparación de los pilotos.

Ahora, trece años y medio después, el Consejo de Estado ha puesto las cosas en su sitio y ha resuelto que el Ministerio de Defensa del señor Trillo cometió una gran negligencia y que es responsable directo de la muerte de esos 62 españoles.

Preguntado por ello, Rajoy se ha limitado a decir que no conocía el tema y que es un asunto acabado porque han pasado muchos años.

No sé si un país que permite que sucedan estas cosas, que consiente que Federico Trillo sea embajador de España en Londres (parece que lo van a cesar) pese a su indecencia, merece la pena.

*Escritor e historiador