Hace un par de semanas las laderas de Formigal lucían peladas y parduzcas, apenas blanqueadas a golpe de cañón en la línea de los telesillas. El personal con ganas de darse un homenaje estaba con sus raquetas y esquís de travesía al otro lado de la frontera, en el Portalet, donde sí había nieve abundante y sin estación ni pilonas ni demás artefactos de parque temático. Buena ocasión para cuestionar, una vez más, la actividad que cuasimonopoliza Aramón (DGA&Ibercaja); una actividad incierta y frágil, corta en el tiempo, de creciente impacto sobre el medio ambiente y cuyo funcionamiento exige fuertes subvenciones públicas.

Pero el problema va más allá. Si se diesen por satisfechos con las estaciones actuales y se aplicaran a mejorar sus servicios, su competitividad y la estética de su entorno, aún cabría firmar el conforme y empezar a trabajar para hacer del Pirineo un espacio cuidado, protegido, bien gestionado y una imagen de marca asociada a la calidad (turística, agroalimentaria, ecológica). Pero ahora las mentes más preclaras del Sistema andan empeñadas en unir Formigal con Astún y Candanchú por Anayet y Canal Roya y en construir otra estación en Castanesa urbanizando a tope dicho valle.

El proyecto de Castanesa (que ayer era debatido en Bruselas) está recorrido por su propio laberinto de pasiones e intereses. Será por eso (por los intereses) que Aramón ya ha comprado terrenos a precios de antes de la ruina inmobiliaria y que el Marcelinato suspira por iniciar las obras cuanto antes. Ahora bien, ¿de dónde saldrán los quinientos o seiscientos millones que ha de costar la broma?

En esta bendita Tierra Noble nada se nos pone por delante. Castanesa es un valle complicado para hacer en él pistas de esquí, el negocio inmobiliario está frenado en el Pirineo (como en todas partes), la inversión pública va de capa caída por culpa del ajuste (y si se invierte en una cosa es a costa de abandonar otra), la nieve apenas da juego durante breves intervalos invernales, en la montaña hay otras opciones para el desarrollo además del esquí... Pero aquí algunos siguen con sus quimeras. Inasequibles al desaliento.