Es probable que el Gobierno de España no comprenda lo que está pasando, porque sus integrantes son quienes son. La ministra de Trabajo jamás tuvo un trabajo propiamente dicho, el de Defensa ha llegado directamente desde una fábrica que produce bombas de fragmentación, el de Economía fue el jefe en España de Lehmann&Brothers, el de Justicia iba de centrista y ahora tiene que hacer horas extra para recobrar el afecto de la extrema derecha... No parece la gente más preparada para los tiempos que corren, la verdad. Zapatero tuvo colaboradores francamente estrafalarios y absurdos, pero Rajoy arrastra en torno suyo una descoordinada tropa de frikis neocones que a ratos dan miedo y a ratos, risa.

La huelga del jueves fue más que un aviso. Su evidente impacto y el carácter masivo de las manifestaciones que recorrieron España mostraron que aquí no será fácil aplicarle al personal una ducha fría tras otra. Si el Ejecutivo no está preparado para afrontar la compleja situación actual, la gente de la calle tampoco está preparada para asumir que los mil euros al mes se conviertan en el sueldo ideal, que la sanidad y la enseñanza públicas sean condenadas al desmantelamiento o que en el ámbito de la empresa el patrono vuelva a ser Dios, como hace un siglo.

En los círculos de la derecha, donde ahora reinan el desconcierto y la rabia, se afirma que las reformas y los recortes no tienen vuelta de hoja, que apretar sin piedad los Presupuestos y ofrecer amnistías fiscales es la única vía para mantener el tipo ante los mercados y evitar la intervención de Bruselas. Pero eso es muy discutible. Y en cualquier caso, con una recesión como la copa de un pino, un endeudamiento abrumador (más en el sector privado que en el público) y un modelo económico que exige a gritos un giro radical, encadenar los ajustes en una espiral sin fin y desmantelar el sector público sólo nos llevará a un desastre mayor.

Rajoy debería entender que vamos directos a una crisis social de consecuencias imprevisibles, y explicárselo a sus amigos de la derecha europea y a sus amigos de la banca y la CEOE. Los españoles no tragan. No están preparados, los muy jodidos.