Cconvocar algaradas a través de las redes sociales será delito y permitirá a los jueces mandar al talego a quienes sean imputados por ello (¡o por practicar la resistencia pasiva!). Los jefes, empezando por ese ministro del Interior nuestro tan serio y tan tajante, hablan de guerrilla urbana. Y sí, vale, nadie negará que en ocasiones se producen incidentes de cierto relieve a cargo del Bloque Negro, los antisistema u otras tribus de la radicalidad incontrolada (o controlada por vayan ustedes a saber quién). Pero al mismo tiempo también son constantes los excesos policiales. El martes moría un ciudadano al que la policía vasca reventó el cerebro con una pelota de goma. ¿Su delito? Pasar por una calle donde se estaba produciendo una pelea entre hooligans.

Nadie garantiza que la supuesta persecución de la guerrilla urbana no lleve a prisión a cualquier persona que simplemente se encuentre en un lugar inadecuado en el momento menos oportuno. O que sirva para criminalizar a quienes difundan la convocatoria de simples concentraciones o protestas callejeras. La relación en el tiempo entre los próximos cambios en el Código Penal y la última huelga general (cuyo desarrollo fue, salvo escasísimas excepciones, un modelo de autocontrol) no augura nada bueno. Menos aún el tipo de despliegues que lleva a cabo la Policía Nacional desde que manda el PP. En las últimas manifestaciones celebradas en Zaragoza dicho despliegue fue exagerado y dispuesto con demasiada evidencia y poco tino. ¿A quién se le ocurre eso de alinear en las aceras agentes provistos de equipo antidisturbios que en algunos momentos (como pasó el 29-M en el Paseo de Pamplona) se ven rodeados de personas (manifestantes o no) que van y vienen? ¿Hay ganas de que en un barullo de esos salte la chispa y se arme bronca? ¿Se quiere provocar o se intenta acojonar?

Mientras, no se ve ninguna intención de perseguir la delincuencia de cuello y guante blancos. En lujosos despachos, la llamada ingeniería financiera, la evasión de capitales y el despliegue de trucos para engañar al fisco se llevan a cabo con la más absoluta impunidad. Todos somos des-iguales ante la Ley. Y más lo hemos de ser.