Supongo que Luis Miguel Carrasco, el último director general de la semiabsorbida CAI, estará arrepintiéndose de haber llevado a los tribunales a su predecesor en el cargo, Tomás García Montes, y al responsable de CAI Inmuebles en el centro y sur de España, Javier Alfaro. Estos dos han contratacado exigiendo que otros ejecutivos ejercientes en los años felices expliquen cómo se iban de vacaciones a cargo de la entidad y cómo compraron segundas residencias en promociones participadas, a precios de amigo y con unas financiaciones ad hoc que para sí las quisieran los hipotecados del montón. Es la táctica del ventilador: todos trincábamos, todos pillábamos cacho, era lo normal... ¿por qué ahora me vienen pidiendo cuentas a mí? Así, la querella contra García Montes y Alfaro amenaza con transformarse en un boomerang peligroso. De repente, nadie desea remover el pasado. Ni los que fueron directivos ni los que fueron consejeros ni los partidos ni los sindicatos.

Si los chivos expiatorios tiran de la manta, saldrá a relucir lo que hay debajo. Nada bonito, ya se lo adelanto. En el caso de la CAI, podríamos contemplar, por fin, la radiografía de un saqueo (a lo fino o a lo basto) que originó en dicha caja un agujero multimillonario, mientras sus causantes (por activa o pasiva) se retiraban con premios medidos en cifras de siete dígitos. Y si nos vamos a Plaza, más de lo mismo: ¿revelará un Agapito cada vez más acosado los entresijos de la operación político-deportiva que le llevó a la propiedad del Zaragoza, con un exconsejero de aquel Gobierno aragonés como primer ejecutivo?

¡Ah!, saber lo que se esconde bajo las mantas resulta turbador aunque es imprescindible. Pero ya saben ustedes que lo de pegarle el tirón a la franela no es cosa simple. Muy pocos lo hacen. Y quienes lo intentan (ahí están Bárcenas o Torres, el exsocio de Urdangarin) no suelen tenerlo fácil. Les desacreditan, les tapan la boca o les desmienten directa y sistemáticamente. ¿Acaso no son unos presuntos sinvergüenzas? Pero vamos a ver qué pasa con García Montes... o con Agapito. Al menos será divertido.