Si, no se asusten. Porque al final la última palabra la debe decir el pueblo catalán. Desde una perspectiva democrática no cabe otra opción. ¿O preferimos volver a una España dominada y unificada por la razón de la fuerza?

Los catalanes quieren votar en un referéndum que unos definen como consultivo y otros como decisorio. Que lo hagan. Esto ha llegado ya muy lejos y no cabe suponer que el empuje de una sociedad tan movilizada y decidida pueda ser frenado con sentencias y votaciones... en Madrid. El propio Constitucional ha abierto puertas a la legitimación del derecho a decidir. Otros estados (Canada, Gran Bretaña) han afrontado y superado el problema haciendo lo único que cabe hacer: dejar que hablen las urnas. Es más, si las cosas se hubieran hecho en España de acuerdo con la misma lógica, ahora estaríamos en un proceso mucho más racional y más controlado.

Me sitúo muy lejos de los nacionalismos compulsivos, sea el centrípeto madrileñista o los centrífugos periféricos. Creo que en esos estados mayores patrióticos, alineados en los respectivos palcos presidenciales del Bernabeu y del Camp Nou, está el mismo tipo de gente: idénticas ambiciones, similares cataduras. Ahí no hay más patria que la especulación, el dinero y la manipulación de las instituciones.

Al mismo tiempo lamento que el imprescindible debate y la necesaria rebelión ante la ruptura del contrato social, la destrucción del Estado del Bienestar y la perniciosa hegemonía mundial del capital financiero esté fragmentándose en conflictos micronacionales, donde el simplismo populista y los resortes emocionales ofrecen alternativas tan fáciles como falsas. Justo cuando necesitamos instrumentos para una gobernanza global, algunos (que en Cataluña son muchos) se evaden de la lucha común para hacer de Europa la patria de la libertad, la igualdad y el conocimiento. Abandonan la complicación teórica y práctica que supone situar la respuesta social en su nivel superior, y reducen la escala geográfica y el calado filosófico de dicha respuesta. No estoy de acuerdo con ellos en absoluto. Pero, amigos, respeto su derecho a decidir.