El de ayer fue un día cualquiera. La jueza Alaya imputó a presuntos responsables por pasiva de los famosos ERE andaluces y el juez Ruz dio por cosa evidente la contabilidad B del PP. En la Tierra Noble, seguía desgranándose el rosario de detenciones que jalona la investigación sobre Plaza, dudoso negocio público al que las Cortes de Aragón quieren poner también bajo el microscopio (que sí, hombre; no se rían). Antes, en una sensacional demostración de cómo funciona la administración de Justicia, el Supremo había declarado nulo de pleno derecho el plan especial del híper de (la antigua estación de) Utrillas. Más de quince años han pasado desde que el Ayuntamiento de Zaragoza concediera licencia para construir dicha instalación comercial. Casi 14 lleva abierta (y sometida a proceso judicial a requerimiento de la asociación ECOS). Y hace 10 el mismo consistorio evitó su cierre con un gambito contralegal que ahora ha sido rechazado de plano por el máximo tribunal. Aunque, claro... ¿quién se acuerda ya de aquel temita? Es lo que tiene dedicar tres lustros a sustanciar un proceso. Al final ni se puede aplicar la sentencia.

Allá por los 90 el solar de la vieja estación minera tuvo un recorrido jalonado de chanchullos financieros y urbanísticos desde que fue adquirido inicialmente por un grupo de profesionales del pelotazo. Objeto de una hipoteca muy sobrevalorada y situado en una encrucijada de intereses insoslayables, aquel lugar acabó convertido en una especie de suflé urbanístico cuyo aprovechamiento crecía y crecía sin parar. Los pisos allí construidos se vendieron en obra ofreciendo un entorno bien distinto del que resultó finalmente. Se autorizó la conversión del sótano del híper en área comercial vulnerando las normas de forma clamorosa. ¡Ah!, y todo eso ocurrió con doña Luisa Fernanda Rudi de alcaldesa. Luego, el ayuntamiento de Belloch--Gaspar hubo de modificar el planeamiento vulnerado para legalizar la chapuza ante las primeras sentencias adversas.

Ahora el fallo del Supremo es definitivo. Todo ha quedado claro... quince años después. ¿Justicia?