En agosto, ya se sabe: tiempo libre. De veraneo, el personal habla, discute y filosofa en barras, terrazas y chiringuitos. El ocio, la verdad, es un estado cojonudo. Salvo que estés en paro, desde luego. Aunque casi peor es tener uno de esos empleos de a 600 euros mensuales con los que tampoco hay dios que pueda vivir... En fin, tanta reflexión genera inquietud en muchas personas. En tal situación recomiendo calma, ironía y aritmética.

En vez de alucinar ante el barullo (de la política, de la economía, de casi todo), hay que saber sumar dos más dos... y llegar a las conclusiones obvias. Por ejemplo en lo que se refiere a las cifras del paro. Vienen las EPA, vienen los datos del ministerio y esto parece la aurora boreal. Sin embargo, basta con echar cuentas. Hay menos parados (¡bueno!). Pero es sobre todo porque la población activa ha bajado de manera meteórica (¡malo!). Se ha creado una pizquita de empleo (¡bueno!). Pero ya no se hacen apenas contratos indefinidos y los salarios son de auténtica miseria (¡malo!). Además resulta que la carga general de trabajo (medida en horas) no deja de reducirse, y los resultados que emergen cada mes o cada trimestre dependen exageradamente de factores coyunturales (¡malo y malo!)... La ministra Báñez cuenta maravillas. Más la gente ve lo que hay, y en la última oleada de encuestas del CIS la preocupación por el paro ha crecido aún más. Elemental.

Otro caso: repasen las cifras de bajas en la operación israelí sobre Gaza. Ayer los muertos judíos eran 69. En el mismo tiempo, los palestinos habían enterrado a casi 1.800 personas. Demasiado desequilibrado, ¿no? Pero lo más tremendo, lo que rompe todo esquema, es que 63 de los caídos hebreos eran oficiales y soldados involucrados en los combates, y 6 civiles; en el otro bando, sin embargo, más del 75% de las víctimas definitivas eran civiles, incluyendo 329 niños y 187 mujeres identificados por la ONU. Sin embargo, según la doctrina oficial, Israel es un estado democrático y las milicias palestinas de Gaza son organizaciones terroristas. Qué cosas.

Bueno... dos más dos siempre han de ser cuatro. O casi.