Si Rajoy hubiese pegado el patinazo de ayer en la sala de Prensa de la Casa Blanca o en cualquier otro escenario normalizado, mis colegas de allí se lo hubiesen comido crudo. Hacerse el gilipollas respecto al origen de la noticia sobre la posible facturación a la orden de San Juan de Dios de los gastos por la repatriación de Miguel Pajares es un insulto a todas las inteligencias. La fuente inicial fue nada menos que la directora general de Sanidad, y si el presidente no lo sabía o reside en Babia o pretendía hacerse el despistado, mejor será que vuelva a registrar propiedades o a vivir del cuento. Pero que deje de tomarnos por idiotas.

La derecha oficial y oficiosa, alentada quizás por algún tuit presuntamente izquierdoso, se ha empeñado en imaginar que los de la acera de enfrente se oponían a repatriar al misionero infectado por el ébola. Así que rápidamente inició una extraña contraofensiva creyendo quizás que el padre Miguel es uno de los suyos (cosa que dudo). Pero en el fondo del asunto subyacían contradicciones evidentes (y miserables), como el hecho de haber dejado en Liberia a otras dos monjas que colaboraban con el evacuado pero no tenían nacionalidad española, o el de ingresar al infectado en un hospital, el Carlos III de Madrid, que acababa de ser desmantelado por mor de los recortes en la sanidad pública. Encima, puesto que la cabra tira al monte, la directora general amaneció con lo de facturar a la orden. Así que Rajoy hubo de rectificar haciéndose el tonto (lo cual no le costaría demasiado). Insoportable.

La Iglesia Católica, como ocurrió en su momento con el comunismo oficial, alberga en su seno a canallas y a héroes (incluso héroes que devienen en canallas y viceversa). El trabajo de los actuales misioneros en países del Hemisferio Sur es heróico, y nadie en su sano juicio lo negaría. Igual que es innegable el valor de los profesionales y voluntarios de las oenegés laicas que trabajan restañando las heridas de un mundo desequilibrado e injusto. Apoyarles a todos (religiosos o no) es una obligación de la ciudadanía y del Estado. Aunque Rajoy y otros extraterrestres se hagan un lío con el tema.