El curso político 2014-15 será electoral e impredecible, tenso y apasionante, decisivo y atropellado. Imposible aventurar cómo acabará, porque la jugada aún está gestándose en el círculo central. Se adivinan las intenciones, pero nadie puede saber si el tiki taka terminará en falta, en corner, en rechace y contrataque... o en gol. Podemos lleva el balón. El PP defiende su portería. El PSOE deambula por el campo sin saber aún cuál es su equipo. Flota en el aire una espesa ansiedad. Cataluña es una absurda incógnita que de alguna manera habrá que despejar. Hay sobre la mesa muchos interrogantes. Y todo va a una velocidad vertiginosa.

¿Qué será de Podemos? Cada cual hace su pronóstico, intentando prefigurar el resultado de una suma al filo de lo imposible: avispados politólogos, troskistas, populistas de izquierda, antisistemas, gente que vuelve a la política desde el desencanto, otra gente que hace bandera de la antipolítica, progresistas esperanzados, amigos del barullo, personajes indescifrables... Armonizar el cóctel tiene su dificultad. Determinar programas de gobierno a todos los niveles, más aún. Decidir la futura política de alianzas, ni les cuento. ¿Serán capaces los del novísimo partido de rechazar cualquier asociación postelectoral con el PSOE (casta, al fin y al cabo), dejando al PP vía libre para ocupar gobiernos en ayuntamientos y autonomías? ¿Qué papel jugarán finalmente en el movimiento Ganemos, que aspira a formar candidaturas unitarias de izquierda para las municipales y al que IU ya ha dado su bendición?

Lo sabremos en unos meses. Antes parece imprescindible dejar de escudriñar día y noche en los entresijos de Podemos y poner el foco en el otro aspecto de la cuestión: las causas que han hecho inevitable la aparición de tan perturbador movimiento. Lo cual nos coloca ante la realidad político-institucional de España (y sus periferias); realidad ciertamente desastrosa. Si el Sistema no fuese tan ineficaz, tan tendente a la desigualdad y la injusticia, tan sucio y tan poco democrático... no habría millones de votantes dispuestos a dar la campanada.

(Continuará)