El viernes 12, hubo asamblea (¿informativa?) en la sede zaragozana del PSOE. Por supuesto, Javier Lambán ofició de sumo sacerdote. El secretario general de los socialistas aragoneses hubo de afrontar un chaparrón de preguntas críticas. Lo hizo a la defensiva y con datos más erróneos que sesgados. Eso fue lo más inquietante: constatar que un dirigente de tal nivel no sabe ni lo que está pasando a su alrededor.

Lambán viene describiendo un doble desafío: de un lado, el PP; del otro la extrema izquierda y Podemos. Llega de nuevo la pinza, ese artefacto político destinado a mantener a la derecha en el poder. Pedro Sánchez comparte idéntica sensación, la de que a Rajoy y cía les viene de maravilla la irrupción de Podemos y la emergencia de un nuevo populismo de izquierdas porque así le tapan la salida a la machacada socialdemocracia. Conclusión: el adversario está en los dos flancos. Desde los círculos que secundan a Pablo Iglesias ha surgido rauda la respuesta: la verdadera pinza es la que acabarán haciendo el PP... y el PSOE.

Ningún jugador de la actual partida política está seguro de sus posibilidades. El PP y (sobre todo) el PSOE se ven decaídos y atacados. A IU se le escapa el sorpasso justo cuando iba a disfrutarlo. Podemos es un proyecto a la intemperie, indefenso ante los tormentosos delirios izquierdistas. Todo el mundo ve pinzas a un lado y al otro, asechanzas, emboscadas, amenazas.

Ni Sánchez ni Lambán parecen entender lo que de verdad les afecta: la incapacidad de su partido (y de los demás) para dar respuestas a la crisis; el fracaso de su partido (y de los demás) a la hora de desarrollar una mínima democracia interna; el hecho de que su partido (y los demás) hayan buscado votantes pero no militantes por aquello de que, si hay más gente, tocarán a menos en el reparto del botín. Ahí radica el gran problema. Lo he descrito tomando prestadas ideas y palabras de un socialista, el profesor José Manuel Lasierra, que así escribía en este diario el pasado domingo. De lo cual se deduce que, mucho antes de la llegada de Podemos, la pinza ya se la había hecho el PSOE a sí mismo. Si por lo menos llegaran a enterarse...