Muchos colegas insisten en considerar que buena parte del enorme déficit de credibilidad que arrastran las instituciones públicas y las grandes corporaciones privadas (con los bancos a la cabeza) se debe a fallos de comunicación. Pero otros pensamos que el problema es más profundo: si comunican mal es porque sus mensajes son perversos, porque pretenden engañarnos, porque nos toman por imbéciles (y tal vez lo seamos), porque sus intereses no coinciden con los nuestros.

Al actual Gobierno se le acusa de mentir. Sostengo, sin embargo, la tesis de que los dirigentes del PP (no digamos sus terminales mediáticas) viven en una realidad paralela, la suya, y cuando explican cada situación no faltan a la verdad, sólo reflejan su alucinada manera de entender la vida. De ahí esa inconcebible torpeza en la gestión de la crisis del ébola, el patético despiste de la ministra Mato, las miserables declaraciones del consejero de Sanidad de Madrid, el intento de culpabilizar a la víctima, el tardío y forzado reconocimiento de unos errores clamorosos... Son ellos, no la comunicación, lo que falla.

¿Y qué decir del PSOE y sus primarias? La idea inicial de promover procesos abiertos para seleccionar candidatos y romper el mecanismo viciado de los congresos con voto delegado ha quedado en casi nada. Pedro Sánchez aún puede presumir de haberse sometido (con el apoyo del aparato) al placet de la militancia. Luego, en cada comunidad y cada plaza, los vericuetos procedimientales (sobre todo el tema de los avales) han servido en muchos casos para boicotear de facto esas primarias. Ni abiertas ni cerradas. Aquí, Lambán y Pérez Anadón serán candidatos sin competencia posible. Tanto al uno como al otro les hubiese venido muy bien haber escenificado una pugna con otros compañeros, haber debatido ideas y programas e incluso haber proyectado ese esfuerzo participativo sobre simpatizantes y votantes. Pero no han querido. ¿Error de comunicación? No. Simple rutina de políticos profesionales acostumbrados durante decenios a resolver lo importante mediante pactos entre camarillas. Es que no pueden remediarlo.