Manías. A mí no me gusta usar el término "la casta" para aludir a quienes manejan hoy el poder en España. Prefiero denominarlos el sistema, que es una palabra más compleja, tiene más pedigrí (la usa, por ejemplo, la Camorra napolitana para describirse a sí misma) y define mucho mejor el carácter pluridimensional de la red que maneja el cotarro (no solo los políticos profesionales que se pasean por el escenario de lo público, sino también los burócratas de alto nivel que manejan bancos y grandes compañías). A estas gentes, una amiga mía les llama la orquesta porque, como la del Titanic, tocan y tocan mientras el barco se hunde (y los pasajeros de primera clase ocupan tranquilamente los botes salvavidas).

El caso es que hay una extraña sensación de resaca pos-sondeo (tras los de El País y La Sexta) y una ansiedad incontrolable por lo que pueda dar de sí la encuesta oficial del CIS. Esta última debería haber sido hecha pública ayer (u hoy a mucho tardar). Pero la han dejado para el jueves. Se supone que la están cocinando bien cocinada. O quizás la demora sirva para pasar antes las cifras mensuales del paro, que por lo visto vienen buenas (no buenísimas, ojo, que de eso ya no queda, sino presentables dentro de lo que cabe) y aminorarían el impacto negativo de la predicción electoral... con Podemos empujando fuerte, el PSOE temblando y el PP descangallao.

En su burbuja, aferrados a los clichés habituales, los del sistema aseguran que Podemos vale como opción de rechazo pero no como propuesta para una salida razonable. O que los de Iglesias tocan bonita música aunque la letra, eso ya... Pues vale. Quizás el Coletas, sus colegas de la Complutense y sus seguidores y estrellas invitadas (como nuestro Echenique) estén verdes en la rama del guindo. Pero a nadie causan daño. Son los otros, los de la orquesta, quienes dan miedo. Nos han dejado fuera de juego, y encima se empeñan en advertirnos (¿amenazarnos?) sobre la posibilidad de que, si ellos no siguen en el machito, podríamos perderlo todo. ¿Todo? Todo lo que antes no nos hayan afanado, estafado o sustraído... Se entiende.