Tienen razón los gitanos en su discusión con la Real Academia. Porque el castellano es un idioma con tendencia a desarrollar significados peyorativos (la proverbial mala leche española), pero frenar un poco esa tendencia tampoco estaría mal. De todas formas, pueden decir misa los señores académicos, que el idioma no está ya ni en sus manos ni (exactamente) en la boca y la pluma de los parlantes, sino en las intenciones de un sistema que también se ha hecho dueño del lenguaje.

España parece hoy la Torre de Babel. Términos como sostenibilidad, responsabilidad social, transparencia, igualdad de derechos, honestidad, medio ambiente, mercado y otros mil son usados e interpretados de forma tan distinta a la original que a veces casi da risa. Ayer, leí un artículo del mismísimo Rajoy en el que se atrevía a proclamar que su legislatura está desembocando "en un horizonte de recuperación consolidada". ¿Recuperación? ¿Con un tercio de los trabajadores ganando menos del mísero salario mínimo? ¿Con una deuda pública billonaria? ¿Con una deflación de facto? ¿Con casi la cuarta parte de la población activa en paro? Esto es como el presunto ejercicio de transparencia que han llevado a cabo Congreso y Senado... para seguir manteniendo en la más absoluta penumbra los viajes que sus señorías realizan con cargo al erario público. Vale: podrán ir y venir a su casa... o a su domicilio eventual; o sea, a donde viva su novia/o, su prima/o o cualquier conocida/o. Justo lo que hizo el infeliz diputado del PP por Teruel que hubo de dimitir ipso facto por beneficiarse (con mejor motivo y maneras) de lo mismo que el inamovible presidente de Extremadura! Corrupción o su hija corruptela son otras dos palabras a cuyo sentido se ha dado un monumental cambiazo. Nadie se atreverá, por ejemplo, a usarlas si hablamos de los créditos fiscales a las grandes compañías, o de la barra libre que disfruta el oligopolio energético que nos exprime, o de la forma en que son privatizadas las cajas de ahorro... Pero los 1.800 euros al mes (brutos y con el prorrateo de las pagas) que por lo visto cobraba Errejón, el de Podemos, son motivo de escándalo.