Podemos ya no es aquel proyecto cuasi improvisado cuya irrupción en las europeas dejó deslumbrados a muchos. No, ahora se ha convertido en un partido político, su informalidad ha sido sustituida por un determinado organigrama, las declaraciones elementales dan paso a propuestas más elaboradas y matizadas... En fin, lo normal. Esa rápida transformación ha coincidido con sucesivas encuestas que, de manera sistemática y coincidente, han reflejado una perturbadora tendencia: la nueva formación podría ser, en el inmediato futuro, la opción más votada. Así, la suma de una autoorganización resuelta sin mayores problemas internos (aunque no haya faltado la disidencia) y de unas expectativas electorales sin parangón ha permitido a Podemos ocupar una posición central y determinante en las agendas. Los actores políticos habituales (de la derecha y de la izquierda), los bancos, las grandes empresas, las personas que dicen ser juiciosas, los analistas sensatos (o abiertamente conservadores)... todo quisque ha reaccionado, a la defensiva o a la contraofensiva. Pasada la edad de la inocencia, los de Iglesias, Errejón, Monedero y cía se han visto metidos directamente en la sucia pelea. Supongo que no esperaban otra cosa, ¿eh?

Podemos va dejando de ser una mera consecuencia o síntoma del fracaso del Sistema para convertirse en un fenómeno que, en unos meses, será muy importante para la construcción de nuestro futuro. Ha llegado pues la hora de que el partido neonato exhiba serenidad ante las críticas, capacidad para debatir sin aspavientos ni ataques de nervios, clarividencia en las propuestas y un código de actuación irreprochable. El programa puede esperar. Poner en pie un catálogo de medidas para darle la vuelta a la economía, la política y la moral social no será cosa fácil ni rápida. En el interior habrá renuncios, contradicciones y polémicas; fuera, escándalos y crujir de dientes. Lo importante será comprobar si estos recién llegados tienen, o no, la pasta (¡la actitud!) que hay que tener para defender los intereses de la mayoría y convertir la participación ciudadana en algo concreto. A ver.