Que el Papa Francisco, tan yeyé él, se haya descolgado con lo del puñetazo a quien mente a su mamá y exija respeto a los símbolos religiosos era de esperar. A la postre, dicho ciudadano es el jefe máximo de una religión que aspira a ejercer poder terrenal por el procedimiento de sacralizar sus personajes y su doctrina hasta blindarla frente a cualquier crítica, ironía o mofa. Pero es lamentable que aún estemos así, cuando apenas acaban de enterrar a los blasfemos dibujantes de Charlie Hebdo, asesinados por haber ¡dibujado! unas caricaturas (por lo demás bastante amables).

No dejo de pensar y escribir sobre el atentado de París porque tal suceso ha de tener muy malas consecuencias. Algunas nos afectarán a los españoles. Nuestro Gobierno aprovecha el momento para poner sobre la mesa su Ley Orgánica de Seguridad Ciudadana y quiere negociar con el PSOE y otros partidos una nueva tanda de medidas antiterroristas. Lo peor es que se están filtrando contenidos de los respectivos borradores, y su calculada ambigüedad indica que lo mismo pueden servir para luchar contra el yihadismo que para criminalizar ciertas protestas ciudadanas de corte radical. A Rajoy y a los suyos les pasa como al Sumo Pontífice, que las libertades les gustan bien reguladas, atadas, vigiladas y recortadas. Para que no degeneren en libertinaje, claro.

Sabíamos que Bárcenas sería usado como cortafuegos para que el caso Gürtel no caiga a peso mierda sobre el PP. Y que Mas y Esquerra convocarían elecciones anticipadas en Cataluña para adelantarse a las generales y evitar que Podemos (su última bestia negra) succione voto independentista. O que Pedro Sánchez va a la deriva, sea en Washington o en los entresijos de un PSOE que cada día ve cómo se estrecha más y más su espacio electoral (ha perdido la izquierda, se le resquebraja el centro-izquierda y casi no le queda sitio en el centro-centro).

El barullo económico desborda todos los límites. Seguramente ése es el mal endémico que alienta en gran parte de los conflictos bélicos y políticos que nos conmueven y nos asustan. Pero de eso ya hablaremos el lunes.