La consternación por la muerte de dos ciclistas en Botorrita, atropellados por un vehículo, ha dado paso a la indignación de familiares y colectivos ligados al ciclismo y la seguridad vial por el hecho de que no se haya decretado prisión provisional para el conductor que triplicaba la tasa permitida de alcohol. El propio fiscal, Raúl Miranda, así lo solicitó a la jueza, que decretó su libertad con cargos. La alarma social persiste sin embargo y más al conocerse que poco antes del siniestro, el conductor ya tuvo un accidente en otra carretera, sin daños a personas. El alcohol y el volante no pueden coexistir y a ese conductor habría que apartarlo un tiempo de la sociedad. Las consecuencias de este binomio son letales y las leyes deberían recoger la condena con más contundencia. Las campañas mentalizan, pero aún son insuficientes.