En la Unión Europea se está configurando un grupo de países con la voluntad de dar un empuje necesario a los temas más urgentes de la agenda. Uno de estos temas es el de la inmigración ilegal. Los dirigentes de España, Francia, Alemania, Italia, Níger, el Chad y Libia han acordado la realización de una cumbre de líderes europeos y africanos el próximo otoño en Madrid, centrada en la lucha contra el tráfico de personas y en la adopción de medidas para el desarrollo económico de los países africanos que son o bien fuente de dicha inmigración o lugar de paso obligado en el que operan mafias sin escrúpulos. Los tres países presentes ayer en la reunión de París son clave en esta política, pero carecen de la estabilidad indispensable. Por ello es importante que la reunión de octubre esté bien planteada y no se limite a acuerdos que luego nadie cumple. Tanto Alemania como Francia han manifestado con programas de cooperación la importancia que tienen aquellos países del Sahel. España se sumó a este interés en la zona con una reciente visita del ministro de Exteriores y con la preparación de un Plan África que debe guiar la futura política española. Tan importante es que este G-4 europeo se convierta en un motor para tomar decisiones como la de ayer como que sea capaz de convencer al resto de países de la UE, particularmente a aquellos que obedeciendo a impulsos populistas solo ven soluciones en el levantamiento de fronteras.