Comisión Bilateral: Manual de instrucciones de uso. Hay que reunirla de vez en cuando, no mucho, que se desgasta. Tres años está bien. Conseguir para la convocatoria una buena mesa, grande a poder ser, para que quepan todos los asistentes. No queremos que nadie se quede de pie. Distribuir a las partes una frente a la otra, para que puedan hablar sin tener que gritar. El conjunto debe quedar armonioso, equilibrado. Redundará en beneficio de algo fundamental: las fotos y las tiros de cámara. El encuentro durará lo suficiente para que se note que se está currando, pero tampoco demasiado porque hay que conciliar y tampoco es cuestión de perder el tren a Madrid. Concluido el cónclave habrá declaraciones de las partes. Mostrarán su tibia satisfacción. No conviene excederse en el optimismo. Contención. Se detallarán los asuntos tratados, los avances, aunque sean paupérrimos. No habrá grandes anuncios. Por ello es conveniente trasladarlo todo al futuro y qué mejor que programar una comisión de estudio. Ah, benditas comisiones de estudio, qué sería de Aragón sin ellas. El contenido da igual. Lo importante es alumbrarlas, volcar en ellas los mejores deseos, encumbralas al olimpo de las grandes esperanzas. Convocarlas o no es lo de menos. Se esgrimirán problemas de agenda, falta de voluntad política. Se dirá: Aragón no pinta nada. Y todo seguirá igual. Los logros son tan cualitativos como imperceptibles. Y aunque abrir la puerta a un pacto económico-financiero sea un paso de calado, el escepticismo es inevitable.

*Periodista