Treinta millones asegura la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) que ha invertido en el eje del Ebro desde la gran riada del 2015 para paliar los efectos de las avenidas de este río. Algunos más de los que comprometió el presidente Mariano Rajoy cuando se reunió con los alcaldes afectados. Hasta ahí, bien. El problema radica en la efectividad de los trabajos efectuados, porque si cada vez que hay una gran avenida se lleva los arreglos realizados tras la anterior, se está tirando el dinero. Quizá hay que pensar en soluciones más duraderas o que eviten, de entrada, las afecciones.