Desde el siglo XVIII la Real Academia de la Lengua Española (RAE) tiene el cometido de «limpiar, fijar y dar esplendor» al idioma español, o castellano. Varias decenas de académicos y unas pocas académicas, que eligen a un nuevo miembro de por vida cuando queda una vacante, se reúnen para velar por el buen uso de la lengua cervantina. Eso sí, el día que alguien independiente, informado y valiente cuente de verdad cómo se han elegido algunos de los miembros de la RAE (o de la Academia de la Historia o de algunas otras), nos moriremos de risa, o de vergüenza.

Tal vez por eso, de vez en cuando la Academia sale por peteneras y sus ilustres miembros proponen que se incorporen al diccionario nuevas palabras, bien importadas de otros idiomas, antes del francés y ahora del inglés, o para dar cobijo lingüístico a nuevos inventos o innovaciones tecnológicas; es el caso, por ejemplo, de la palabra «internet», admitida en el año 2003. Incluir palabras que no existían para definir nuevos conceptos parece lógico, pero la RAE se descuelga de vez en cuando admitiendo palabras y giros incorrectos porque, alegan los académicos, así se usan en el lenguaje de la calle.

Lo de convertir en canónico un defecto, por muy extendido que esté su uso en el habla popular, me parece un considerable error, sobre todo cuando desde la RAE se incorporan palabras incorrectas de uso cotidiano con criterios absolutamente aleatorios. Antes ya lo hicieron con términos como «toballa», «madalena» o «vagamundo».

Puestos a ser «populistas» con la lengua, habría que admitir ya que los participios y adjetivos acabados en «ado» se escribieran sin la «d», pues es más la gente que dice «curao» o «quemao» que «curado» o «quemado». También hay más gente que dice «pa qué te voy a contar» que «para qué te voy a contar», luego la preposición «para» habría que apocoparla y cambiarla por «pa». Y así, con otras muchas palabras.

Esta semana se ha montado una buena cuando se ha filtrado que la RAE admitirá la forma «iros» como segunda persona de plural del imperativo del verbo «ir», cuya forma correcta siempre ha sido «id», y, por tanto, «idos» cuando se añade el pronombre «os». Por esta nueva regla, todos los infinitivos deberían aceptarse con uso imperativo: «comeros la fruta niños», «devolver la pasta corruptos», «girar a la derecha conductores» o «marcharos de aquí».

De modo que ahora estaría bien decirles a los señores, y señoras, académicos, y académicas, en este caso algo así como: «Anda, tirar palante, e iros pa casa».

*Escritor e historiador