El progreso, los avances tecnológicos, el estado de bienestar..., la evolución de nuestra sociedad, no son gratuitos. La factura que estamos pagando es demasiado alta. La contaminación ha traído el cambio climático, las nuevas tecnologías a veces nos llevan a una deshumanización cada vez más patente. Se favorece más la información que la formación. Se resta importancia en el currículo escolar a las humanidades, la filosofía, la música, el arte… frente a otras materias frías que nos desconectan de aspectos tan necesarios y vitales como las emociones. ¿Cuánto tiempo dedican diariamente nuestros hijos a los juegos electrónicos? ¿Qué tiempo invierten en relacionarse con otros niños? De cero a seis años es posiblemente la etapa más importante de nuestras vidas, en la que adquirimos nuestra base emocional y somos auténticas esponjas. ¿Cuánto tiempo hemos dedicado a jugar con nuestros hijos e hijas, simplemente por placer, cantando o recitando retahílas de siempre… incluso nuevas o inventadas? Sin embargo, en esta misma etapa, ¿cuántas horas de televisión consumen? ¿Cuánto hace que no vemos a niños y niñas jugando en la calle?

Mañana con EL PERIÓDICO DE ARAGÓN continúa la entrega de un coleccionable por fascículos sobre juegos tradicionales infantiles en Aragón, después de haber entregado las tapas y el primer fascículo el pasado domingo. Decimos en Aragón y no de Aragón, porque no hay nada más igual, que los motivos por los que jugamos. A la vez también podemos apreciar que nuestros juegos son tan variados como tan distintas son las maneras de jugar en casi todo el mundo. Un universo lúdico, que forma parte de nuestra propia identidad, hechos cotidianos heredados. Pequeños grandes tesoros que se plasman en este coleccionable, otros tantos o más descansan en la memoria de nuestros mayores o en algún granero en el baúl de los olvidos.

El primer objetivo de la obra no es para que ahora nos pongamos todos a jugar a los pitones, a las calderetas o a civiles y ladrones, que no estaría mal. Sino simplemente para que, entre otras cosas, sirva para mostrar mi gratitud y reconocimiento a todas aquellas yayas y yayos que nos han brindado su paciencia y amabilidad para contarnos juegos, canciones y retahílas.

Los juegos tradicionales, nuestros juegos, han estado estrechamente unidos al lugar donde se vive. El niño se adapta al entorno y éste se convierte en su lugar de juego. Calles, plazas y los alrededores del mismo son una ludoteca llena de vida con numerosas propuestas. Un entorno cercano y propio que se conoce y reconoce.

A priori, puede dar la impresión de que esta obra es atemporal y que no tiene espacio fuera de un entorno rural; sin embargo, bastaría con valorar los juegos como lo que son: una necesidad biológica propia, aunque no exclusiva de la infancia, una herramienta para aprender normas y valores, un instrumento transversal multidisciplinar como propuesta educativa desde la escuela.

Tampoco es cuestión de iniciar un debate, aunque me gustaría, comparando estos juegos con los que realizan nuestros hijos en la actualidad. Bastaría con conocer estas actividades en su amplia y justa medida, para reflexionar las diferentes propuestas lúdicas o simplemente dar la posibilidad a nuestros hijos, desde el conocimiento de estos juegos de siempre, y darles la opción de elegir.

Para hacer posible esta aventura, he tenido el privilegio de contar con la profesora de la Facultad de Educación de la Universidad de Zaragoza, Carmina Fernández Amat, que nos ha llenado la publicación de pentagramas, negras y corcheas, con Amparo Ortilés, la autora de las encantadoras acuarelas que ilustran el coleccionable, unas pinturas que por si mismas dan valor al conjunto de la publicación y, como siempre, con mi compañera María Pilar Rodríguez, ya que sin ella ni ésta ni ninguna otra de las que he afrontado, hubieran sido posibles.

Nuestro deseo es que esta publicación la puedan disfrutar. Nos gustaría que esta obra se utilice, pero sobre todo que sirva para que cada uno de nosotros pongamos en valor nuestro propio espacio lúdico, recuperando numerosos juegos que aquí no aparecen, pero que seguramente evocaremos al leer éstos, tirando del hilo de la memoria. Sería fantástico que alguien tuviera la idea de quedar un día con los amigos y amigas, independientemente de la edad, y volver a nuestros pueblos a jugar en la calle, o que los de Zaragoza, Huesca y Teruel intentaran a través de los juegos recuperar su barrio.

Continuará...

*Autor del coleccionable ‘Juegos Tradicionales Infantiles en Aragón’