Andamos al paso Urdangarín, uno usa las garantías y avales de la realeza y nada sucede mientras nadie alza el brazo para exigir aquello del rey abajo ninguno. En este país todavía andamos por el Siglo de Oro, cuando en otros ya llevan siglos revolucionados, la guillotina, etc. Justo cuando nos devuelven perras ajenas --España mandaba y Perú era colonia--, siempre lo mismo, los que mandan y los que pagan las cargas, llega el vasco amable y valiente, ese joven que supo apechugar con la Infanta y acolar Euskadi y Corona para joder la marrana. Este zagal (o morrosco) de abolengo monetario (su papá era banquero de pro) solo ha hecho lo que mamó, chupar de la borrica, en nombre de la jeta suprema, vivan los primos y hermanos árabes, o esos empresarios hispanos que regalaban yates y demás gabelas. Ya tenemos víctima, culpable pero víctima, para que la clase tropa calle y piense que la Justicia parece funcionar. Me da pena su altivez y valoro su disposición a convertirse en nuevo Guzmán el Bueno dispuesto a mantener limpia de chandríos a la sagaz corona. La Zarzuela es un género muy hispano y a los borbones siempre le han gustado las historias picantes y lucidas. Por eso han puesto en primer plano a un tordillo que no comprendió que el actor principal siempre es el figura libre de cualquier yerro, limpio de polvo y paja. Urdangarín ya es juguete roto, Cristina una inmaculada chorba y la Casa Real lo de siempre. Cuiden sus bolsillos, eviten las hipotecas y traten de no ser morosos porque la Justicia es la Justicia, real.