Aunque parezca mentira hay vida más allá del problema catalán. Aquí y allá sigue habiendo , necesidades, conflictos, sufrimiento…..La vida continua. No todo acaba en el “procés” o las banderas rojigualdas. Seguimos teniendo 3.900.000 parados (17’22%), medio millón catalanes (14%) y somos el tercer país donde más creció el riesgo de pobreza en la crisis. El 14% de trabajadores mayores de 18 años y el 65% de los desempleados están ahí. Más del 35% de los jóvenes y el 15% de los mayores están en riesgo de exclusión, y la precariedad, las pensiones, las deficiencias en sanidad, educación y atención a la dependencia , no se han resuelto.

Lo dicen los ciudadanos en los estudios de opinión y encuestas. Tanto el CIS como el Barómetro de la Generalitat, vienen recogiendo que el problema más importante es el paro, seguido de los problemas económicos y la insatisfacción de la política: en Cataluña la relación de esta comunidad con España ocupa el tercer lugar.

Pero es igual. Cataluña como noticia se realimenta a sí misma como un bucle que excluye todo lo demás. Sólo el procés es noticiable. ¿Que el Colegio Oficial de Médicos de Barcelona denuncia que el 47% de los médicos menores de 45 años tienen contrato en precario?, no pasa nada. ¿Que la precariedad en este sector se ha incrementado 20 puntos en 10 años, y un tercio de estos contratos duran menos de un año?, no pasa nada. ¿Que en atención primaria el 40% de estos contratos duran menos de un mes y hay médicos contratados cobrando seis euros por visita?, no pasa nada.”Con la independencia se arreglará”. Los independentistas han hecho tantas promesas , que han convencido a miles de catalanes, que votando por ella se resolverán todos sus problemas.

Me preocupa la situación, pero más que la gente no reaccione igual con la precariedad, la desigualdad, los desahucios, la pobreza energética, la devaluación de los servicios públicos esenciales,etc..etc.. . Ya en abril de 2003 Pascual Maragall reflexionando ante el enorme rechazo al Plan Hidrologico Nacional y la débil respuesta a las políticas neoliberales de Aznar decía.”El problema que tenemos en la izquierda, es que la contradicción entre trabajo y capital en el mundo desarrollado está sustituyéndose por la contradicción entre territorios, países y regiones ricas contra pobres, … y no sabemos adónde nos puede llevar.”

Seguramente tenía razón, porque en la base del independentismo catalán hay un componente de insatisfacción frente a otras regiones, resumido perfectamente en el “España nos roba”, que unido a los sentimientos de país, agravios, nostalgia del pasado, diferentes problemáticas sociales ,unas gotas del carlismo catalán del S. XIX en las zonas rurales , y la rebelión de las clases medias contra el estancamiento o incluso empeoramiento de sus niveles de vida, unido a movimientos antisistema en la mejor tradición catalana del anarquismo, envuelto en la estelada, se convierte en un explosivo cóctel difícil de encajar en cualquier sistema democrático.

No es ético, ni propio de este siglo, distorsionar unos hechos para acoplarlos a una historia que pueda ser eficaz en movilizar sentimientos, pero falsa. Es tan decimonónico como la imagen de la burguesía catalana cantando Els Segadors en el Liceo. O tan patético como ver los obreros nacionalistas pasando el cepillo para pagarle la multa a Mas, el gran recortador de derechos laborales y servicios sociales.

Seguramente por esa dificultad de encajar tan contradictorios intereses en el andamiaje democrático, buscan en la calle la presión no conseguida por los votos. La calle no entiende de matices, ni de responsabilidades. Responde a los agravios, rencores, adversarios y emociones, nunca a razonamientos y argumentos.

Los nacionalistas son muy peligrosos, sobre todo para los trabajadores, porque les enfrenta, como ya pasó en las dos guerras mundiales ,y también porque los damnificados por la salida de empresas (más de dos mil), no serán ellas, ni la burguesía, sino los trabajadores y los parados catalanes. A partir de ahora además de sus reivindicaciones laborales deberán estar bregando con la amenaza de la deslocalización.

Me descorazona ver los sindicatos mayoritarios catalanes, sumidos en la esquizofrenia que va de apoyar “el derecho a decidir”, sin ser independentistas, a la melancolía de ver cómo las promesas del independentismo arrastra a la masas, prometiendo soluciones milagrosas a demandas históricas, en la arcadia feliz de una Cataluña independiente. Muchas veces el amor a la verdad sucumbe por la falta de coraje. Pero la renuncia clamorosa al combate de las ideas y a la batalla de la propaganda, tiene estas consecuencias.

La prueba está en la osadía con que los independentistas y agregados frivolizan con conceptos como ”presos políticos”, “estado de excepción”, “represión”, “golpe de Estado”, “actuaciones franquistas”…etc.…etc.

Banalizar conceptos preconstitucionales como estos, es una ofensa, devalúa sus contenidos, dulcifica sus consecuencias, menoscaba el sufrimiento de miles de ciudadanos y en definitiva, los acerca a quienes nunca quisieron la democracia, siempre negaron su uso por el franquismo y añoran al dictador.