Los políticos y los partidos siguen siendo un problema para uno de cada cuatro españoles (23,4%), según el último CIS de febrero. Es decir, pasa el tiempo y no parece que la desafección vaya a disminuir a corto plazo. Y menos cuando la llamada clase política, como tal, se cierra en su particular galaxia y se enquista en un modo de vida sin retorno; a años luz de lo que entendemos por un periodo temporal y finito de contribución a la vida pública. Con toda la cautela que conllevan las generalizaciones, se puede hablar de la consolidación de un tipo de funcionariado top, élite a la que no se llega mediante oposición de méritos, sino más bien a la capacidad de medrar a codazos en los aparatos internos, donde el factor ideológico es secundario.

Un rápido repaso constata el número de elementos que desde la izquierda han encontrado acomodo institucional en el PSOE... y en el PP, donde por ejemplo sigue en primera fila la exmaoísta Celia Villalobos (por no hablar de la trayectoria de Josep Piqué). Evolución natural lo llaman algunos. Otros decidieron en primer lugar dedicarse a la política y luego ya ir mirando opciones. El ahora barón susanista Fernández Vara comenzó en Alianza Popular. Toni Cantó coqueteó con los comunistas, llegó a Ciudadanos, pasó a Vecinos por Torrelodones, luego a UPD y regresó a la formación naranja, de la que es diputado en el Congreso. También en C’s se dio de alta el multiocupado Echenique, ahora líder de Podemos en Aragón, grano en las posaderas de Lambán y número dos de los morados en España.

También cabe en el listado de aquellos que viajan a la política con billete solo de ida Pedro Sánchez, quien primero lideró un PSOE y a quien ahora, ya desheredado, se le ha ocurrido otro distinto pero con el mismo nombre.

Las puertas giratorias, siendo el modo más flagrante (y escandaloso) de permanecer en la pomada, no es ni mucho menos el único. 294 altos cargos nombrados por el Gobierno cobran hoy más que Rajoy, y más de medio millar de colaboradores directos del Ejecutivo central cuestan 41,4 millones de euros al año en sueldos. Uno de los penúltimos en sentirse atraído por la Fuerza (de un salario público) ha sido el furibundo ultraliberal Daniel Lacalle, antes economista y tertuliano y ahora elegido por el dedo de Cristina Cifuentes.

Ojo porque el maestro Yoda ya se lo advirtió al joven Luke Skywalker: «El lado oscuro ellos son. Si algún día rigen tu vida, para siempre tu destino dominarán». H *Periodista